Fotografía: Alfonso Tomás.
Tenemos que aprender a diferenciar entre lo que existe de forma real y lo que deseamos que exista. No podemos vivir de sueños porque esa nube que te aleja de la realidad es la que un día se evapora y te deja con el culo roto del impacto contra el suelo.
¿Quieres realmente seguir con tu pareja? ¿O quieres seguir la relación pensando que el llegará a ser lo que de verdad deseas que sea? ¿Quieres a tu pareja o al ideal que tienes de tu pareja? Amas la idealización que tienes de él, no a él. Llegado al punto en el que el otro nos ha demostrado que no va a ser el ideal que tenemos de él, debemos terminar la relación. Las personas no cambian, pueden modificar o adaptar algunos rasgos de su personalidad pero estos cambios son difíciles de mantener a largo plazo porque van con nosotros desde siempre, son nuestra esencia, son los valores y actitudes que llevamos impresos desde que nos desarrollamos como personas. Además, si queremos a alguien tenemos que quererlo por cómo es y no por cómo nos gustaría que fuera.
Cuando te descubres cambiando o queriendo cambiar aspectos de tu pareja, rasgos profundos de su personalidad no estás respetando al otro, lo que llamas amor no es más que control, dominancia, e intolerancia. Si no toleras como es la otra persona para contigo y no terminas con la relación, continuas algo que sabes que no tiene futuro; te esfuerzas, te implicas, pones esperanzas falsas, lo que hace que tu decepción sea aún más grande cuando la relación finalice. Esto sucederá porque no verás recompensado TODO lo que diste, todo lo que hiciste por el otro, todo lo que sufriste y lo que supiste perdonar. Decepción, arrepentimiento, soledad, inseguridad, menosprecio, autoestima baja y rabia, mucha rabia. Pero el otro no tiene la culpa de tu decepción, has sido tú solo el que se ha formado expectativas irreales, que por definición acaban evaporadas. Tú solo te has metido en la situación, tú fuiste el ingenuo, tú fuiste el iluso y todo por miedo a quedarte solo.
¿Cómo evitar que suceda? Valórate más, valora más lo que te rodea, pero sobre todo a tí mismo. Aunque no haya nadie a tu lado, sigues valiendo lo mismo. No necesitas a alguien que te lo diga, o demostrarlo a la sociedad teniendo pareja. Desde que somos pequeños nos inculcan con películas, libros, música… lo que es el “amor” y que el sentido de nuestra vida es encontrarlo, tener a ese otro, buscar a nuestra media naranja… Toda la vida creyendo que existe y que la encontraremos o ella nos encontrará a nosotros…y en realidad, no deberíamos “exprimirnos” tanto. Cada uno de nosotros ya somos una “naranja entera”, somos personas auto-suficientes en potencia. Deja de buscar tu otra mitad porque ESA ERES Tú. Tenemos que hacernos a la idea de que somos o podríamos llegar a ser “naranjas completas” madurando por nosotros mismos hasta caer del naranjo.
Somos personas independientes, queramos o no, porque nuestros cuerpos son independientes del resto y nuestra mente también. A quien tenemos siempre a nuestro lado es a nosotros mismos ¿y si no nos queremos a nosotros mismos quién nos va a querer o a quién vamos a ser capaces de querer?
Que no os de miedo amaros, que no os de miedo estar solos porque así va a ser vuestra vida. Y solo cuando sepamos valorar de verdad nuestra soledad seremos capaces de compartirlo con otro ser y amar de verdad; no como el romance de las películas, sino amor independiente, sano, comprensivo… Cuando te comprendes a ti mismo enteramente, la soledad se disfruta, y cuando aprendes a estar contigo mismo es cuando estás preparado para estar con los demás.
Y es que la soledad es un lujo, se debe admirar y desear.
Beatriz Regadera Martínez – Psicóloga – #HazloPorTi #CuidaTuSaludMental