El dolor es una experiencia por la que tenemos que atravesar en muchas ocasiones, y, es en ese sentido en el que se convierte en algo inevitable. Si sufres la pérdida de un ser querido, una decepción, una frustración, lo que viene a continuación es dolor, rabia, impotencia, negación de lo ocurrido, rechazo; a veces, el dolor es tan fuerte que se llega a perder la consciencia por unos minutos, otras es excesivo, supera la fortaleza psíquica de la persona y le conduce una falta de contacto con la realidad, por ejemplo, negando lo ocurrido, viviendo como si no hubiese sucedido nada. Sin embargo, en la mayor parte de las ocasiones, la vivencia del dolor es algo muy positivo pues nos conduce a utilizar la resiliencia. 

¿Y qué es la resiliencia? 

La resiliencia o personalidad resistente es la capacidad para sobreponerse a períodos de dolor emocional y traumas. Se dice que una persona tiene una resiliencia adecuada cuando es capaz de desarrollar recursos de los que ya disponía previamente pero que hasta ese momento le eran totalmente desconocidos, consiguiendo encajar la situación traumática o dolorosa y seguir viviendo y proyectándose en el futuro con mayor fortaleza psíquica y emocional.

 

¿Cómo definimos la personalidad resistente?

Kobasa y Maddi (1972), fueron los primeros autores que utilizaron este concepto y con él hacían referencia a la idea de protección frente a las situaciones estresoras. Las personas con personalidad resistente son aquellas que ante acontecimientos vitales negativos ponen de manifiesto unas características de personalidad que les protegen.

Las personas resistentes poseen un gran sentido del compromiso, una fuerte sensación de control sobre los acontecimientos y están más abiertos a los cambios en la vida, al mismo tiempo que conciben las experiencias estresantes y dolorosas como una parte más de la existencia.

 

En esencia, los componentes principales de la personalidad resistente son tres: compromiso, control y reto.

Ser resiliente consiste en utilizar tus habilidades para resurgir de la adversidad, resistir el sufrimiento desarrollando tus capacidades, aceptando lo que te sucede, comprometiéndote e implicándote en en el proceso de resolución de esa situación traumática y siendo capaz de proyectarte en un futuro mejor.

En otra entrada hablaremos sobre las posibilidades de entrenamiento en resiliencia.

Mª Nieves Martínez Hidalgo

Psicóloga Clínica / Psicoterapeuta Acreditada – https://nievesmhidalgo.com

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