Acabo de leer un artículo de investigación científica en el que se concluye que: El «reloj corporal», o ciclo circadiano, que regula el funcionamiento de cada célula podría estar alterado en las personas con depresión. Sin embargo, me resisto a considerar que toda conducta humana esté regida exclusivamente por el cerebro, porque, desde ese punto de vista, ¿dónde queda la libertad humana para decidir, de qué nos sirven las experiencias, y nuestra capacidad para reflexionar y aprender?
Ciertamente, cuando una persona sufre depresión puede ver alterados sus ritmos de sueño y alimentación como se explica en el citado artículo, pero no más que cuando padece amigdalitis, fiebre o cualquier otra enfermedad corporal. Un factor que aparece alterado en una persona deprimida y que si es altamente significativo, es su forma de ver el mundo, de verse a sí misma y su futuro. Predomina en ella el pesimismo y una actitud negativa, generalmente porque no acepta o se siente incapaz de afrontar las circunstancias vitales por las que está atravesando. Seguro que existen motivos suficientes para estar sufriendo. No obstante, hay que plantar cara a la depresión, pues puede convertirse en nuestro peor enemigo.
Lo que caracteriza a una persona con depresión es que sitúa su locus de control en el exterior y cree que no puede hacer nada para solucionar su situación, siente que ha perdido el control de su vida. Sin embargo, situando la posibilidad de cambio como un recurso que se halla en nuestro interior, con nuestro esfuerzo y habilidades, contamos con muchas más probabilidades de poner fin a nuestros problemas. E, incluso, cuando creemos que no podemos o que ya hemos hecho todo lo posible, todavía queda algo más en nuestras manos: adoptar otra actitud con la que afrontar dicho conflicto. Coger las riendas de tu vida es lo que en psicología conocemos como locus de control interno. Somos nosotros mismos los que tenemos el poder de cambiar el curso de nuestra vida y dirigirnos hacia nuevas rutas de vuelo que nos relajen, reconforten, oxigenen y amplíen horizontes. El tiempo por sí solo no cura nada. Somos nosotros, con nuestra actitud, los únicos que podemos modificar el curso de nuestras vidas.

Y, continuando con el tema de la mayor o menor importancia de la biología o la genética (herencia o natura) frente a la psicología (aprendizaje o cultura) con respecto a los estados de ánimo, los sentimientos, ideas o comportamientos, es interesante tener presente que lo que verdaderamente cuenta es la voluntad o esencia del ser humano. Todos conocemos a personas que, pese a no disponer de altas capacidades físicas y/o intelectuales, han conseguido alcanzar sus metas.
El sentimiento de valía, de autoestima y realización personal no procede de un cuerpo bonito o musculoso, ni de una inteligencia o unas aptitudes excepcionales. Este sentimiento de autorrealización procede más bien de ser uno mismo, de creer en uno, de potenciar sus facultades, de afrontar los obstáculos con voluntad, persistencia y optimismo. Detrás de un gran o pequeño cerebro, siempre hay un gran ser humano. Somos biología, sí, pero también psicología, ambiente, somos seres biopsicosociales en constante movimiento, en constante interacción; con nuestras ideas, emociones y conductas influimos sobre el ambiente, sobre los demás y sobre nosotros mismos. El ambiente, la sociedad, nuestras relaciones sociales y familiares influyen en nuestro cuerpo, en nuestra vida, en nuestra forma de pensar.

Para saber más:
Curiosamente, en la revista del colegio oficial de psicólogos que he recibido hoy, aparece una noticia bastante interesante -dado que no existe precedente alguno de otro acontecimiento similar- en la que podemos leer que la División de Psicología Clínica de la Asociación Británica de Psicología (British Psychological Society- BPS) hizo pública, el pasado 13 de mayo de 2013, la Declaración de Posicionamiento sobre la clasificación de la conducta y la experiencia en relación con los diagnósticos psiquiátricos funcionales, mostrando su oposición al modelo biomédico para la comprensión de los trastornos mentales.
En dicho comunicado, la BPS realiza un llamamiento internacional para el abandono definitivo del modelo de «enfermedad y diagnóstico» en salud mental, ya que existen pruebas concluyentes de que el sufrimiento humano es el resultado de una compleja combinación de factores psicológicos y sociales e insta a estrechar la colaboración entre los usuarios y profesionales sanitarios para elaborar un sistema de evaluación y tratamiento que tenga en cuenta el origen biopsicosocial del sufrimiento humano. Esta es una acción valiente y sin precedentes para un colegio profesional.
Se hace necesario, por tanto, un cambio de paradigma en relación con la evaluación y diagnóstico de las personas que solicitan ayuda psicológica o psiquiátrica, en el que se favorezca un enfoque multifactorial que contextualice el malestar y la conducta y que reconozca la complejidad de las interacciones implicadas en la experiencia humana, por supuesto sin negar el papel de la biología.
Mª Nieves Martínez Hidalgo
Psicóloga Clínica / Psicoterapeuta Acreditada – https://nievesmhidalgo.com
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