“Coeducar no es yuxtaponer en una misma clase a individuos de ambos sexos, ni tampoco es unificar, eliminado las diferencias mediante una presentación de un modelo único. No es uniformar las mentes de niñas y niños sino que, por el contrario, es enseñar a respetar lo diferente y a disfrutar de la riqueza que ofrece la variedad«
Montserrat Moreno
Las personas hemos sido educadas aceptando la visión androcéntrica del mundo y menospreciando la visión de la mujer, lo que nos lleva a pensar en las mujeres como seres dependientes y a infravalorar nuestras experiencias y aportaciones.
Esta educación la recibimos todos desde la infancia, a través de los cuentos, las películas, las expresiones y opiniones de padres, profesores y de la sociedad en general.
La literatura, en general, tanto en la tradición oral como escrita es un vehículo que transmite modelos de vida. Por ello, es importante que padres, educadores, psicólogos, pedagogos y trabajadores sociales, nos impliquemos en un proceso de concienciación de la sociedad apoyando una educación no sexista que facilite una visión más global y completa del mundo en que vivimos.
Desde antes del nacimiento (cuando los padres decoran la habitación del bebé de forma diferente o proyectan unos planes de futuro distintos, según el sexo, por ejemplo), ya comenzamos a recibir todo tipo de normas e influencias de la sociedad que influirán en nuestras manera de pensar y de estar en el mundo.
Los modelos de conducta varían según el sexo y, a día de hoy, continúan trasmitiendo un androcentrismo primitivo que desencadena situaciones de discriminación económica, laboral, etc. y un trato injusto hacia las mujeres.
El lenguaje es tan importante porque a través de él percibimos la realidad, vemos el mundo y aprendemos a pensar, a interpretar nuestras emociones y actuar de una manera determinada.
Muchos libros dirigidos a niños y jóvenes fomentan la imitación de roles estereotipados y reproducen modelos de comportamiento caducos que perpetúan la visión de la superioridad masculina y la discriminación de la mujer. Por ello, uno de los objetivos de esta escuela de padres consistirá en facilitar información sobre, cuentos, libros, documentales y películas que aporten otros modelos de conducta y que puedan ser vistos o leídos y comentados en familia.
A través de los cuentos, novelas, películas, canciones, anuncios de publicidad, a través de sus protagonistas y personajes, los niños y los adolescentes van elaborando la imagen de quién quieren llegar a ser: superhéroes, pilotos de naves espaciales, bomberos, futbolistas -dicen los niños; mamás, maestras, azafatas, enfermeras -dicen las niñas; ambos incorporan esos esquemas rígidos de conducta en los que los niños desempeñan el rol de fuertes, agresivos y poderosos, y las niñas, roles pasivos, secundarios, de debilidad.
Por tanto, hay una discriminación por partida doble: a los niños se les niega la posibilidad de mostrar interés por actividades tranquilas, reflexivas y manifestar su sensibilidad, miedos, temores. A las niñas se les niega el acceso a roles de mayor actividad o protagonismo. Su meta, cuando llegan a la adolescencia, consiste en enamorarse y esperar a que su “príncipe azul” se decida a casarse con ellas.
Hechas estas observaciones, llegamos a la conclusión de que podemos usar los cuentos y las películas para transmitir modelos múltiples y variados basados en la igualdad y en la riqueza que aporta complementarse con la diferencia.
Es importante que padres y profesionales de la educación y de la salud seamos promotores y transmisores de una nueva forma de ver el mundo y un modo de hacerlo, puede ser sugiriendo a nuestros hijos, alumnos, amigos, etc. la lectura de libros y el visionado de películas que estimulen la tolerancia, la igualdad, el respeto y la valoración de la diferencia y la implicación en proyectos de colaboración, saltando las barreras sexistas y eliminando los prejuicios que todavía permanecen en nuestra sociedad del siglo XXI.
Mª Nieves Martínez Hidalgo
Psicóloga Clínica / Psicoterapeuta Acreditada – https://nievesmhidalgo.com