¿Es positivo que te premien por haber suspendido? En mi caso resultó muy estimulante. Fue un año duro. Con once años me preparé para presentarme a los exámenes globales de Junio de las pruebas libres de segundo de bachillerato. Suspendí la política y también el francés, a pesar de tener un profesor particular de lo más preparado, mi padre, que, aún desconociendo el idioma galo, no se amilanaba y se quedaba a mi lado, prestándome apoyo moral, mientras yo leía, una y otra vez, hasta las tantas de la noche, aquellas frases del libro Sonimage:

J’ai été à Paris, J’ai aimé la tour Eiffel…  

Sí, amaba el francés, me apasionaban las ciencias naturales, las matemáticas, la geografía no tanto… Tengo que reconocer que disfrutaba y -a día de hoy- continúo disfrutando con el estudio. Sin embargo, es necesario descansar, cambiar de actividad, desconectar de lo que se hace de forma habitual. Ante aquellos dos suspensos, mis padres, en lugar de castigarme y dejarme todo el verano estudiando en casa, me premiaron con dos semanas de campamento en Riópar (Albacete). La experiencia fue singular, la desconexión total. Al año siguiente, quise repetir. En septiembre, aprobé las dos asignaturas que había suspendido y pude matricularme en un Instituto de Bachillerato. 


Cuando uno no aprueba alguna asignatura es lógico que se haga responsable y dedique unas horas del día a estudiar para intentar aprobar en la siguiente convocatoria. No es necesario imponer horarios de estudio, ni castigar. Se pueden poner límites y llegar a acuerdos en un ambiente distendido y de armonía. El alumno/a que ha suspendido al margen de ser un buen o ‘regular’ estudiante es una persona con otras necesidades que cubrir: salir con amigos, realizar actividades que le satisfacen como el deporte, la música, la pintura, el cine, los vídeojuegos, etc. También necesita tiempo para colaborar en las tareas de casa…-¡ay! si me leyeran ellos-.  

 

Elegir el momento, el lugar y, sobre todo, una actitud de cordialidad para hablar del tema. Si padres e hijos estamos nerviosos, tensos o frustrados por los pobres resultados académicos obtenidos, habrá que darse un tiempo para reflexionar por separado antes de reunirse para charlar, tomar decisiones y concretar las directrices a seguir por ambos a lo largo del período estival.
Las vacaciones pueden ser un buen momento para estrechar lazos afectivos intrafamiliares; preferible, por tanto, no estropear esta oportunidad con malas caras, castigos o eternos silencios. Darnos una nueva oportunidad, analizar el por qué de estos resultados, asumir cada uno la parte de responsabilidad que le corresponde y mirar al frente con calma y con optimismo, teniendo en cuenta, por supuesto, la edad y las circunstancias del alumno.

Mª Nieves Martínez Hidalgo

Psicóloga Clínica / Psicoterapeuta Acreditada – https://nievesmhidalgo.com

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