¿Qué es la felicidad? ¿Un camino? ¿Un destino? ¿Una actitud ante las propias dificultades que surgen a lo largo de la vida?
Dicen que dentro de nosotros mismos todos guardamos un secreto: la resiliencia; esa fuerza que consigue que, incluso en las situaciones más terribles, como puede ser una violación, un secuestro, una desgracia familiar, seamos capaces de mantenernos a flote, vivos, despiertos… A veces, esta resiliencia no brota, hemos llegado agotados, no nos quedan más kilovatios ni gasolina de reserva para afrontar un nuevo envite de la vida. Muchas personas se sorprenden entonces de su propia debilidad, siempre se habían considerado fuertes.
El ser humano, a pesar de su capacidad para razonar e incluso anticiparse a lo venidero, es el ser vivo más débil de la naturaleza. Las personas vamos afrontando retos, aprendemos a manejarnos en situaciones sociales, ya desde niños, unos con más destreza que otros. Por el camino, vamos desaprendiendo o reeducando mecanismos que desde el nacimiento nos habían sido de gran utilidad y que deberíamos intentar recuperar, como por ejemplo, la capacidad innata de relajarnos. ¿Cómo hemos podido olvidar esta habilidad tan necesaria? ¿Cómo es que tenemos que recurrir a drogas legales o ilegales para conseguir esa sensación de calma, de paz?
En esta época de supuesto progreso y mejora de la calidad de vida, parece que hemos perdido el norte. Es evidente la necesidad de virar hacia valores más humanos, creando entornos de calma, paz y armonía, momentos de intimidad, descanso, de soledad necesaria, otros de encuentro con los demás, de creación, de estímulo y elaboración de proyectos, de cooperación. Dejar de lado el abuso de las tecnologías, dar rienda suelta a la imaginación, promover actividades en las que la risa, la diversión, el disfrute vayan de la mano de la responsabilidad, la lealtad y el compromiso, ayudando a los que lo necesitan y dejándonos ayudar cuando lo necesitemos. Para mi, esto es la felicidad, esa actitud que te acompaña tanto en los buenos como en los malos momentos. Esa capacidad de lucha, de superación, de altruismo.
Mª Nieves Martínez Hidalgo
Psicóloga Clínica / Psicoterapeuta Acreditada – https://nievesmhidalgo.com