Hoy 18 de febrero se celebra el Día Internacional del Síndrome de Asperger, y quiero compartir con vosotros algunas reflexiones en torno a las personas que presentan este síndrome, que, en definitiva, es un original modo de ver y vivir la vida.   

El Síndrome de Asperger (S.A.) es una afección del continuo autista y está más presente en nuestra sociedad de lo que podamos pensar.

Aunque muchas personas lo presentan, continuamos considerando esta forma de vivir y estar en el mundo como algo extraño. Esto es debido, fundamentalmente, a la falta de información que hasta ahora ha habido sobre el mismo.  

Muchos niños y muchos adultos no saben que lo tienen. Sufren al sentirse rechazados y no comprendidos por los demás. Sus propios familiares no les entienden, se originan conflictos por las dificultades de comunicación existentes por ambas partes, dado el desconocimiento de lo que realmente sucede. A veces, los padres se sienten frustrados e impotentes, creen que su hijo o hija con Asperger no les quiere, no saben lo que sucede realmente. Por su parte, el chico o la chica con S.A., que interpreta literalmente el lenguaje, puede sentirse muy rechazado por sus padres, cuando discuten o se encuentran en una situación de conflicto.  

El diagnóstico precoz es necesario, y no porque haya que poner una etiqueta a todo, sino, porque una vez conocido el motivo de los problemas que se presentan en la vida, uno respira, sabe el por qué no ha podido mantener amistades en el colegio, por qué se sentía aislado en el recreo, o por qué le resultaba tan difícil comprender las emociones de sus padres o compañeros, por qué ha tenido que pasar por tantas situaciones conflictivas o difíciles en su relación con los demás. Es frecuente también, que cuando se diagnostica al hijo, también se suele diagnosticar a uno o a ambos padres que también tenían el síndrome sin ser conscientes de ello.


Compartir con los demás las similitudes y las diferencias es, para todos, una oportunidad de crecimiento personal.

El diagnóstico precoz permite que uno se conozca mejor, aprenda cuáles son sus limitaciones y cuáles, sus puntos fuertes, se acepte y se comprenda. Así, no bajará su autoestima, ni perderá la confianza en sí mismo.  Podrá recibir ayuda para mejorar su empatía, la expresión de sus emociones y sus habilidades sociales. 

El diagnóstico precoz o temprano y su aceptación por parte del niño o adolescente y de sus familiares, facilitará que el chico o la chica comparta sus preocupaciones o su manera diferente de ver el mundo con sus compañeros y con las personas que le rodean y, ello a su vez, posibilitará que los demás aprendan a comunicarse de forma adecuada con la persona que tiene el síndrome de Asperger, mejorando así las relaciones sociales y el bienestar general de las personas.  

Ahora bien, no hay que olvidar que una persona con este síndrome no es ‘asperger’ ni ‘un asperger’, es una persona ‘con asperger’, ‘con ganas de vivir’, ‘con su pasión por la cocina o por la radio, por el ajedrez o el baloncesto’, en fín, con su propia personalidad, como cualquier otro ser humano, por tanto cada persona con S.A. es diferente, y habrá tantas formas diferentes de manifestar este síndrome como personas diferentes lo tengan. Con esto quiero decir que no se puede generalizar, que no se puede etiquetar de forma amplia y general, pues eso anula la esencia del ser humano. Para conocer a alguien hay que escucharle, no basta con leer un buen manual diagnóstico.

Mª Nieves Martínez Hidalgo

Psicóloga Clínica / Psicoterapeuta Acreditada – https://nievesmhidalgo.com

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