Por Beatriz Regadera Martínez 

Psicóloga General Sanitaria con estudios de género (especialización en salud). Nº Colegiada M-34783


Queridas moscas que rondáis nuestras cabezas:  

Quería compartir con vosotras algunas ideas y opiniones que tengo. Sé que vuestras intenciones no son malas pero también sé de muchas personas que quiero y que sufren con vuestro run run constante. Sé que estáis necesitadas de atención y os vamos a seguir dando esa atención sólo que no vamos a implicarnos tanto…  

Y es que muchos compartimos cuarto mental con estas vocecillas que, a veces, no se callan, ni aunque pongamos la música a tope. Rodeados con pensamientos y dudas que no nos dejan tranquilos “Y si he hecho esto mal”, “y si hubiera podido hacer aquello otro de esta manera”, “y si eso no hubiese ocurrido…”  

Y si, y si… aparece como una mosca que da vueltas a nuestra cabeza y no conseguimos que se marche. 

Los “Y si” suelen activarse cuando algo malo nos sucede o cuando creemos que algo podría haber salido mejor. Las experiencias negativas nos sirven para aprender de ellas siempre que aceptemos que son situaciones que ya han ocurrido y no podemos volver atrás para cambiarlas. Podemos extraer conclusiones sobre los actos y sus consecuencias en determinados contextos, integrarlas en nuestro cajón de conocimientos y emplear esta información para actuar de otro modo si hay una próxima vez. Y en el caso de que no hubiera una próxima vez, si no podemos cambiar algo que nos genera sufrimiento, tendremos que aprender a dejar de controlarlo y aceptarlo tal como es.    

Es enriquecedor vivir experiencias negativas, por cuanto podemos aprender con ellas y crecer como personas. Sin embargo, extraer conclusiones, una y otra vez, de un hecho pasado, hipotetizando sobre qué hubiera podido pasar o qué hubiera podido hacer de otro modo… se convierte en un ejercicio mental contra-productivo. El machaque de los condicionales ocupa espacio y tiempo y supone un esfuerzo mental que agota a los que están a su alrededor, pero sobre todo a la persona que lo sufre… “Tenía que haber dicho otra cosa”, “hubiésemos podido hacer tantas cosas…”, “podría haber reaccionado de otro modo o como de verdad me sentía”… la culpabilidad y la duda ante cada acto que la persona realiza genera inseguridad ante la vida. Todo son dudas, todo son “Y si”.

El enfado con uno mismo por sus “Y si” y su intento de evitación, como con la detención de pensamiento, no son una solución. Todo lo contrario, esto refuerza el machaque e incrementa la frecuencia de aparición de los “Y si” a largo plazo. En cambio, si los escuchas desde fuera, saliéndote del guión y observando, en tercera persona, la conversación que están manteniendo los “Y si”, puedes despersonalizarlos y no sentirte identificado con ellos.    

A través de una postura distante de aceptación y normalización, le quitamos poder a esos condicionales entendiendo que no son -nosotros-. No dejamos que nos dominen porque nosotros somos más que esos “Y si”. Además, la impermanencia de nuestros estados mentales y emocionales se hace más patente cuando tomamos una postura observadora, podemos etiquetar qué sentimos o qué estamos pensando sin controlarlo y al cabo de un rato de contemplación estos estados desaparecen…PUM  

Aprendamos a con-vivir con nuestros “Y si’s” y a ser menos autocríticos y más flexibles con nosotros mismos, así podremos serlo también con los demás.  

Beatriz Regadera Martínez

Psicóloga#HazloPorTi #CuidaTuSaludMental

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