«Puedo ver un objeto en cuanto que los objetos forman un sistema o mundo y que cada uno de ellos dispone de los demás, que están a su alrededor, como espectadores de sus aspectos ocultos y garantía de su permanencia» – Maurice Merleau-Ponty,
En todas las personas se pueden categorizar determinadas tendencias a responder a los diversos estímulos. En psicología, esta tendencia ha sido representada por espectros diferenciadores mediante el concepto de rasgo. Con base en el concepto de rasgo, el psicólogo británico Raymond Bernard Cattell, investigador psicométrico de la estructura psicológica intrapersonal, elaboró a partir del año 1946 una teoría factorial de la personalidad: la teoría del rasgo. Treinta años después, en 1976, John Nemiah, un psiquiatra de Boston especializado en psicoanálisis, en sus investigaciones psicosomáticas, aisló y definió uno de los rasgos somáticos de la personalidad más comunes entre la población occidental, la alexitimia. Conforme a este rasgo psicosomático, las personas alexitímicas presentan dificultades para identificar y describir sentimientos y también para interpretar y distinguir sus propias emociones. Además, asumen ser personas incomprendidas, frustradas y con tendencia al conformismo, que evitan hablar de sus aspectos íntimos, de sus sentimientos, pensamientos y emociones. Se trata de un rasgo de la personalidad verdaderamente corriente entre nosotres. Pues las personas alexitímicas ocupan la sexta parte del total de la población. Como el común de los mortales y el más normal de los inmortales, la persona alexitímica también necesita amar y ser amada, pero no sabe cómo expresarlo de forma adecuada al contexto. Sin embargo, el ochenta por ciento de lo que decimos lo expresamos mediante el lenguaje no verbal. El lenguaje corporal, las posturas que adopta el cuerpo, los gestos y las miradas comunican más que las palabras. Por el contrario, en detrimento del lenguaje corporal, la obligación de permanecer sentados seis horas de discursos diarios en una incómoda silla y en un carcelario pupitre frente a una polvorienta pizarra nos limitan sobremanera la expresión, la escucha y el conocimiento del propio cuerpo. En este contexto de represión del propio cuerpo, la principal vía de escape que encuentran las personas alexitímicas es la escritura gráfica, como la prosa y, cada vez más frecuentemente, la poesía. No obstante, a pesar de las resistencias iniciales al contacto físico, fomentando el buen trato, las caricias, los abrazos y los besos pueden cultivarse hasta que den frutos de equivalencia terapéutica, de meta sanadora. Básicamente, porque el lenguaje construye realidad y porque cultivar el lenguaje del tacto y del calor humano facilita la compresión comunicativa. Es más, en cierto sentido semántico, comprender significa abrazar. Y, como es sabido, el contacto y la empatía humanizan a las personas tanto salvajes como civilizadas, mientras dan un restaurador alivio para la ansiedad. Por supuesto, no alivian únicamente la ansiedad de la persona alexitímica, que sufre al no saber cómo comunicar, sino también la aflicción de su compañía sentimental, que, a falta de la reciprocidad de las expresiones de amor, se va debilitando y sensibilizando progresivamente hasta llegar a lidiar con el pedregoso y espinoso terreno de la susceptibilidad. Fuera del boxeo, es lo que sucede cuando se da sin recibir con la necesaria equidad. La energía emocional, la energía vital, es producida durante la oxidación de grasas y proteínas en la mitocondria de la célula, y es transmitida por ésta en forma de estímulo o de flujo informativo. Se trata, por tanto, de una transubstanciación molecular que los sistemas simpáticos y parasimpáticos reciben e interpretan igual que si fuese un mensaje, para regular la segregación de hormonas -activándola o inhibiéndola. Esta activación o inhibición de la segregación de hormonas provoca que el cuerpo psíquico pase de un estado anímico a otro, ya sea armonizando su estabilidad psicosomática o ya sea perturbando sus equilibrios empírico y metafísico. Por ejemplo, para poner los mecanismos biológicos e intelectuales en un estado de alerta y de supervivencia, como sucede en las situaciones de peligro, de abandono y de dominación. Para colmo, cuando la energía vital se agota por el desgaste que acarrea una relación de baja reciprocidad, la motivación decae en depresión, en una falta de autoestima.
A las personas alexitímicas les puede venir muy bien no sólo un tratamiento a base de contacto físico para su refuerzo emocional, sino también alguna especie de entrenamiento para ejercitar la relajación y para reducir la ansiedad y la agresividad. Una de las claves para liberar tensiones innecesarias consiste en hacer reconocible el mundo que habitamos confiando en las miradas ajenas. Porque es en el entretejido social y en el entrelazamiento cuántico de las miradas donde damos soporte a un mundo para con los otros, por las partículas o unidades de información que resuenan simultáneamente en dos o más tejidos nerviosos distintos, como acontece durante los procesos de activación de las neuronas espejo. Este tejido de fibras u ondas de información conlleva, además de confianza, el compromiso para con una perspectiva concreta. A pesar de la falta de certeza, se trata de superar la incertidumbre derivada de la ambigüedad del lenguaje. Pues es inherente al lenguaje el defecto de ocultar algún aspecto parcial de su materialidad siempre que éste se expresa. Sin ir más lejos, en el momento en el que escribo esto, sé qué es lo que quiero decir, pero, la manera en la que lo expreso, podría dar lugar a que mi lenguaje estuviese al mismo tiempo guardando algún secreto que, si no lo percibiese a tiempo, se perdería irremediablemente. En otras palabras, la perspectiva para con la que tenemos que comprometernos no es sino una interpretación de los hechos que dé un significado común a lo que sucede. Ahora un supuesto: Aloe dice una cosa a Bemol y, aunque se puedan interpretar varios significados, Bemol se compromete implacablemente con uno de los significados para entretejerse con Aloe y sostener con ello el sentido común de ambos. Pese a aquella ambigüedad suscitada por la forma de expresión de Aloe, Bemol se concentra con determinación en lo que Aloe le está diciendo, para superar así las hipotéticas e inevitables insinuaciones que el lenguaje de forma inherente pudiese producir. La clave de bóveda del edificio de la verdad interpersonal e intersubjetiva, se halla en nuestra voluntad y capacidad de trascender la ambigüedad, partiendo de ella. El entendimiento y el apoyo mutuo se ven amenazados por sombras que hablan de un lenguaje irregular. El entendimiento y el apoyo mutuo son los dos principios fundamentales de la convivencia. Y es por ello que, si yo tuviese una pareja alexitímica y pudiese catalizar la ocasión de escribirle un mensaje de texto acerca de este rasgo de su personalidad, le diría lo que manifiesto a continuación:
Te pregunto cómo estás porque te quiero. Te quiero para saber cómo estás. Te quiero por tus sentimientos. Te quiero porque imagino qué es lo que sientes y, más concretamente, te quiero por lo que intuyo que sientes. En-ti-yo. Intuyo que, en ocasiones, tal vez por lo general, anhelo buscarte aquí mismo, refugiada bajo la mesa, en una tensión de expectativas derivada del juego del escondite. Te ocultas de tus miedos a la vista de todo el mundo, e incluso de mí, a quien revelas tus más reservadas intimidades. Te proteges del miedo a ese dolor provocado por no saber articular cómo te sientes y, por extensión, por no saber indagar en cómo me siento yo; en cómo interesarte por mí; en cómo empatizar conmigo. Sé que a veces lo has intentado, pero el contratiempo de no lograr expresarte con claridad te frustra y, luego, dejas de hacerlo, dejas de intentarlo. Y esta dejadez te induce a la frialdad, lejos de un amor real y verdadero; un amor consistente en la voluntad de conquistar mis complejidades. Un amor que te valide a ti como amante y a mí como persona amada, como persona que llega de hecho a sentirse amada. El amor es comunicación, comprensión, compasión. El amor nos compromete a diario, y nos ilusiona cuando pensamos en un porvenir en el que estaremos juntes, haciendo planes, viviendo emociones extra-rutinarias. El amor alimenta el afecto, nutre la relación y refuerza nuestra integridad individual. Sé que lo deseas. Sé que hay veces en las que deseas con intensidad lo mejor para un nosotres; para nosotres. Mas sé también que balbuceas durante la tensión a la que te ves sometida cuando tienes que dar respuesta a lo que sientes y no conoces el idioma del amor con el que hacerlo. Es muy duro no conseguir hacerse entender. Lo es casi tanto como ahogarse, como no poder respirar. Es como un ensordecedor ruido interno que agobiaría a cualquiera en el más profundo silencio. Sin embargo, te recuerdo que te amo. Ten por garantía esta seguridad con la que lo expreso, con la que me expreso. Porque, en mis adentros, en mi corazón, guardo un mirador con vistas a un frondoso y verde parque con la esperanza de que nos encontremos, de que nos volvamos siempre a encontrar, y de que, sin inferencias, nos vayamos por gusto y tranquilamente a entender.
Joaquín Regadera (Cineasta)
#HazloPorTi #CuidaTuSaludMental
Enhorabuena, Joaquín por este artículo tan interesante. Creo que puede ayudar a comprender mejor por qué algunas personas pueden tener dificultades a la hora de expresar el amor.