«Cuando te levantes por la mañana, piensa en el precioso privilegio de estar vivo, respirar, pensar, disfrutar y amar»

Marco Aurelio

Ante uno de los peores escenarios posibles que podíamos imaginar y que hasta ahora, en este primer mundo, tan solo era una quimera cinematográfica, hablo de la pandemia del COVID-19, la sociedad está respondiendo con serenidad, de forma estoica. El Real Decreto de estado de alarma nos ha confinado en nuestros hogares, nos ha conducido a situaciones impensables, a convivencias forzosas entre víctimas y maltratadores, al aislamiento más cruel de nuestros mayores en residencias, a la ansiedad y al estrés que sentimos por el confinamiento continuado, al burnout o síndrome del quemado de profesionales esenciales tanto del ámbito sanitario, como del sector alimentario y de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado que trabajan en primera línea en esta lucha contra el coronavirus.

El nuevo  coronavirus COVID-19 ha infectado a más de 1,7 millones de personas en todo el mundo, la mayor parte en Estados Unidos con más de 500.000 casos diagnosticados. España con más de 161.000 casos, es el segundo país con más contagiados, seguido de Italia con más de 147.000. Además son 103.305 las personas que han fallecido en el mundo por este virus y 16.353 en España (OMS, 11-04-2020).

Ante este trágico escenario, me viene a la mente una de las enseñanzas que nos legó la escuela estoica: “Hay que estar preparado para el peor de los escenarios, pero con la certeza de que todo saldrá bien”. Y, curiosamente, en Italia niños y mayores han reaccionado ante el confinamiento por el COVID-19, con una bonita iniciativa: vestir de color esperanza sus ventanas y balcones colocando murales con arcoíris y el mensaje de «todo saldrá bien».

Pero ¿qué es el estoicismo?

Fue Zenón de Citio, quien inspirándose en los filósofos Sócrates y Aristóteles, creó la corriente de pensamiento denominada Estoicismo (301 a.C.) basada en cultivar la sabiduría, el autocontrol y la tranquilidad. También concedía una gran importancia a la aceptación del mundo tal cual es, teniendo en cuenta la existencia de situaciones negativas que aunque no podemos evitar, hay que tener en la mente que al final todo saldrá bien, que siempre hay una solución.

Marco Aurelio, uno de los gobernantes más importantes de Roma y seguidor de esta corriente filosófica, valoraba los pequeños detalles con el fin de que éstos prevalecieran por encima de los distintos problemas que surgen en la vida diaria.

El estoicismo es una filosofía de vida que se centra en buscar la tranquilidad, minimizando los sentimientos negativos como la envidia o el enfado y maximizando la alegría y la felicidad. Junto al emperador romano Marco Aurelio destacan otros importantes estoicos como Epícteto y Séneca.

El estoicismo busca el crecimiento personal y mejorar las relaciones de las comunidades. Busca la paz y la serenidad, pero no desde la pasividad sino desde una acción basada en la justicia y en la inteligencia. Su filosofía se basa en cuatro pilares:

“En ninguna parte un hombre se retira con mayor tranquilidad y más calma que en su propia alma”

Marco Aurelio

Veamos algunas técnicas psicológicas derivadas del estoicismo que nos pueden ayudar a afrontar situaciones críticas

A.- Gestión adecuada de las expectativas de control. Hay que tener en cuenta qué cosas están bajo nuestro control y qué eventos no lo están. Cuando sabemos que los sucesos no dependen de nuestra conducta, que escapan a nuestra responsabilidad, entonces sentir ansiedad, culpabilidad o preocupación, no sirve para nada, solo para añadir dificultades a lo sucedido. Sin embargo, si podemos actuar analizando la interpretación y el lenguaje interior sobre dicho acontecimiento, pues eso si está bajo nuestro control y lo podemos transformar.

Por ejemplo, si uno de mis hijos ha suspendido tres asignaturas, ya no sirve de nada sentir enfado o angustia. Lo que si puedo hacer es analizar la interpretación que estoy haciendo sobre ese acontecimiento, pues seguramente mis emociones y mi malestar no derivan directamente del hecho en sí, sino de lo que me estoy diciendo a mí misma: «Esto es un desastre; nunca encontrará trabajo; acabará viviendo debajo de un puente; lo hace para castigarme y torturarme; la culpa la tiene su padre que nunca está en casa».

Yo, como madre, no puedo controlar que mi hijo suspenda o no, es algo que depende de muchos factores, pero el más importante es la capacidad intelectual, la motivación y el esfuerzo y estudio del alumno. Yo puedo estar tranquila ya que he hecho todo lo que estaba a mi alcance: intentar motivarle, prepararle un buen y tranquilo ambiente de estudio en casa, prestarle mi apoyo, o incluso el de un profesor particular. Ponerme nerviosa o enfadarme con mi hijo solo va a empeorar las cosas. Hay que intentar crear un clima de armonía que propicie una comunicación adecuada entre padres e hijos y que éstos confíen y puedan expresar los motivos reales por los que no estudia o no rinde lo que debiera.

B.- Aceptar el presente, intentar no vivir en el pasado y estar abiertos de forma proactiva de cara al futuro. Vivir el aquí y el ahora, ser consciente de lo que estás haciendo en cada momento, de cómo te sientes, de dónde o con quién estás, centrarte en el presente, que es prácticamente lo único que está bajo tu control, ese instante. Volver de forma reiterada al pasado de poco nos ayuda, ya que no podemos cambiarlo. Si podemos intentar enfocar el futuro, visualizarnos haciendo tal o cual cosa y empezar a preparar dicho proyecto.

C.- La visualización negativa. Es una técnica que consiste en imaginar que hemos perdido algo que tenemos o que nos separamos de una persona a la que queremos. Su objetivo es que valoremos más positivamente lo que tenemos aquí y ahora. Los filósofos estoicos afirmaban que no disfrutar de lo que tenemos en el momento presente empobrece la vida y que debemos ser conscientes de que la realidad puede cambiar y hay que estar preparados para ello. Cuando uno pierde la salud, al recuperarse siente felicidad, pero en el día a día no solemos ser conscientes de lo importante que es por ejemplo poder ver, escuchar, hablar, sentir el tacto y el gusto, lo damos por hecho y nos pasa desapercibido. Pero si nos visualizamos habiendo perdido uno de estos sentidos, podemos aprender, por un lado, a valorar todo lo que somos y con lo que contamos, y, por otro, que nuestra vida es cambiante.

D.- Practicar la meditación. Cuando los estoicos hablan de meditación, se refieren a reflexionar sobre el día recién vivido, en los aspectos que uno ha mejorado y en los que uno debe seguir esforzándose un poco más. El pensamiento racional con el que se hace frente a ese lenguaje interior irracional que genera emociones negativas, es el recurso para poder vivir emociones positivas como la alegría o la tranquilidad.

E.- Autodisciplina. Como es de suponer, la tarea de lograr serenidad y felicidad en el día a día no es nada fácil. Para conseguir dichas metas, los estoicos animaban a practicar y entrenarse con ejercicios que suponían autodisciplina, autocontrol, asumir de forma voluntaria alguna privación, renunciar a alguna comodidad o placer, exponerse a situaciones que implican cierto nivel de sufrimiento o estrés para si llega el momento de tener que pasar por circunstancias adversas, estar preparado para ello. Esta autodisciplina fortalece la capacidad de resiliencia, de afrontar acontecimientos trágicos o potencialmente traumáticos con fuerza.

 

¿Qué nos aleja del estoicismo?

Por un lado, el consumismo voraz en el que nos hallamos inmersos. Desde niños nos han enseñado a desear lo que no tenemos, fomentando de este modo un estilo de vida consumista. Pero, a pesar de que sabemos lo efímera que es la felicidad derivada de un coche nuevo, unos patines, una cena en un restaurante de tres estrellas Michelín, no nos bajamos de este tren de vida. El consumismo, finalmente no genera felicidad sino ansiedad y depresión. Se trata de integrarnos en un círculo vicioso, en una trampa de la que no resulta fácil salir y que genera un gran vacío interior y una falta de sentido y de propósito vital.

Por otro lado, también nos aleja del estoicismo, el estilo permisivo con el que se viene educando a los hijos e hijas. Niños y adolescentes a los que se les conceden todos sus deseos materiales (la tablet, el móvil, internet, videoconsola, ropa y calzado de marca) que se transforman en exigencias que padres y madres deben cumplir si no quieren verse en medio de chantajes emocionales, crisis nerviosas y/o conductas disruptivas o violentas. Madres y padres que han perdido su rol como educadores: a) unos debido a la precariedad laboral y social que les impide tener la templanza y la energía para después de una jornada laboral agotadora dedicar tiempo de calidad a sus hijos; b) otros porque su alto nivel de vida les impide centrarse en dar cariño y educar a sus hijos. Su elevado narcisismo les lleva a ocupar su tiempo en buscar la gloria profesional y/o social y en implicarse en el mantenimiento y belleza del cuerpo (gimnasios, centros de estética, compra de prendas de vestir, joyas y otros complementos de última moda).

En los colegios y centros educativos tampoco se imparte ninguna asignatura que tenga por objetivo alcanzar un alto grado de conocimiento de uno mismo, de aceptación de las circunstancias, de comprensión y gestión de las emociones, de empatía y de información sobre la existencia de la diversidad funcional tanto a nivel físico, como a nivel intelectual, como a nivel de salud mental, entre otras diversidades (antes denominadas discapacidades). Como consecuencia de ello, niños, adolescentes y jóvenes pueden contar con una baja capacidad de afrontamiento de situaciones imprevistas y reaccionar de forma negativa e inadaptativa.

Ante la ansiedad, la incertidumbre, la frustración y el enfado que puede aparecer ante unas circunstancias adversas que no comprendemos o no esperamos, o que pensamos que no merecemos, como es el caso de la actual crisis del coronavirus, la respuesta de las personas que siguen la filosofía estoica consiste en aceptar que no podemos luchar contra esta pandemia porque no hay vacunas ni tratamientos terapéuticos y asumir que lo único que podemos hacer es quedarnos en casa y cumplir las normas para prevenir el contagio. Enfadarnos por el estado de alarma, por el confinamiento, por el fallecimiento de seres queridos, por las pérdidas económicas, no nos va a ayudar a nada. Sin embargo, focalizar nuestra atención en cuidarnos, mejorar nuestras actitudes, crecer y madurar como personas valorando lo que tenemos a nuestro alcance, valorando lo que somos, siguiendo una autodisciplina que nos mantenga conectados a la vida y al paso del tiempo es el modo más inteligente de invertir nuestra energía emocional en algo realmente importante.

Ante uno de los peores escenarios imaginados, nuestra respuesta debe ser desde el compromiso y responsabilidad individual actuando para el bien de la comunidad.

«Todos somos más fuertes de lo que imaginamos» (Marco Aurelio)

«No sabes lo fuerte que eres hasta que ser fuerte es tu única opción» (Irene Villa)

Mª Nieves Martínez Hidalgo

Psicóloga Clínica / Psicoterapeuta Acreditada – https://nievesmhidalgo.com

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