El sufrimiento forma parte de la condición humana y, como dijo Victor Frankl, psiquiatra austríaco y superviviente de Auschwitz: «Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento.»
A lo largo de la vida, nos enfrentamos a situaciones adversas (enfermedades físicas, fallecimiento de algún ser querido, ruptura de pareja o ruptura con un buen amigo) que suponen un estrés superior al habitual. El estado de alarma decretado por la pandemia por COVID-19 es una situación tan trágica como inesperada y desconocida, al menos en los países de Occidente. Todos necesitamos comprender lo que nos sucede, pero ¿cuál es la diferencia entre una persona que comprende y acepta la situación adversa por la que estamos atravesando y otra que se hunde o se niega a afrontar la realidad?Una diferencia primordial entre ambos tipos de afrontamiento viene marcada por el nivel de resiliencia de cada persona. Ser resiliente significa ser capaz de adaptarse de forma positiva a situaciones difíciles o potencialmente traumáticas y, sobre todo, aprender de dichas situaciones, saliendo más fortalecido para enfrentarse a nuevos retos.
Hay que distinguir entre sufrimiento y trauma
El sufrimiento es una sensación motivada por cualquier condición que someta al sistema nervioso al desgaste.El sufrimiento puede derivar de causas físicas o psicológicas y siempre es consciente. Cuando las causas son psicológicas, el sufrimiento es una alerta emocional que nos induce a pedir ayuda para intentar resolver el problema y salir de esa situación de malestar psíquico, ansiedad o angustia vital. Sin embargo, el trauma se produce cuando la persona ha estado expuesta a un acontecimiento estresante o situación (tanto breve como prolongada) de naturaleza excepcionalmente amenazadora o catastrófica, que podría causar un profundo disconfort en casi todas las personas (Organización Mundial de la Salud, OMS).
Desde la psicología, un evento es traumático si es una amenaza o ataque que:
- Ocurre de pronto, inesperadamente o fuera de toda norma (esto incluye abusos continuados).
- Excede la capacidad que percibe el individuo para poder manejar la amenaza o el ataque.
- Perturba los marcos de referencia del individuo y otros esquemas básicos que le sirven para entender y manejarse en el mundo.
Resiliencia y trauma
Boris Cyrulnik, referente internacional en el campo de investigación de la resiliencia y teoría del apego, afirma que definir la resiliencia es algo sencillo: «consiste en iniciar un nuevo desarrollo después de un trauma«. Lo complicado, según él, es conocer qué condiciones son necesarias para que una persona llegue a ser a ser resiliente. El profesor Cyrulnik considera que, además del factor genético (que es el menos influyente), hay cuatro factores que conforman esta habilidad:
- La segurización: crear un apego familiar tejiéndolo día a día, en cada desayuno, en cada salida al parque. Este vínculo que da seguridad al niño no se produce en situaciones de violencia conyugal, y/o de precariedad social (los padres no están disponibles; están agotados por largas jornadas laborales). Este entorno de violencia o de falta de atención y cuidados no genera seguridad en niños y niñas, sino que fomenta su vulnerabilidad.
- La recuperación tras el trauma. Ser capaz de recuperarse rápidamente de las adversidades sin verse afectado en sus funciones psíquicas y adaptándose con prontitud y versatilidad a las circunstancias.
- Las relaciones antes y después del trauma. Tener personas que nos den apoyo y cariño, que sean un modelo a seguir; contar con un entorno constructivo.
- La cultura: la educación y la formación en actividades artísticas permite al niño desarrollar una mayor resiliencia.
Afrontar los problemas nos hace más resilientes ya que dicha actitud refuerza los sentimientos de autoestima y de confianza en uno mismo. Sin embargo, la negación, que es un mecanismo de defensa ante una realidad que nos sobrecoge, evita que asumamos la realidad y obstaculiza el desarrollo de la resiliencia.
La resiliencia va de la mano de la salud mental
Teniendo en cuenta que la salud mental es definida por la OMS como “un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”, es lógico pensar que si se potencia la resiliencia estaremos promocionando la salud mental y el desarrollo de competencias socioemocionales.
Aunque en principio, la negación de la situación adversa puede actuar como un mecanismo protector que nos permite seguir adelante como si nada de tal gravedad estuviese pasando, finalmente negar los problemas conlleva a la larga más dolor ya que el sufrimiento puede transformarse en problemas de salud mental al no haber podido hablar sobre los pensamientos y emociones que ha generado la situación adversa. Por este motivo, es tan importante que agentes de policía y otras fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, profesionales sanitarios o de cualquier ámbito que se enfrenten en el desarrollo de su labor a situaciones de crisis tengan a su disposición personal especializado en salud mental para que puedan llevar a cabo el debriefing psicológico. Este recurso consiste en una intervención breve cuyo objetivo es que las personas que han vivido una experiencia crítica puedan expresar de forma segura sus pensamientos y sentimientos con el objetivo de cerrar e integrar acontecimientos potencialmente traumáticos introduciendo también aprendizajes emocionales y técnicos.
En personas con problemas de salud mental, potenciar la resiliencia aumenta su sensación de control y de contar con estrategias para afrontar las dificultades o malestar físico y psíquico derivado de dichos problemas. Además, una mayor resiliencia facilita una rápida recuperación y un aumento significativo del bienestar percibido, ya que la persona cuenta con un buen autoconcepto, es capaz de ver su propósito vital y sentir esperanza en un futuro más positivo y mejorar su afrontamiento de situaciones adversas (pérdida de un ser querido, recaída o ingreso).
Diferencias entre resiliencia, invulnerabilidad, conductas adaptativas, fortaleza mental y resistencia al estrés
Según el psicólogo Cabanyes Truffino, la resiliencia es la capacidad de recuperarse de situaciones traumáticas extremas y adquirir un mayor grado de cualificación y desarrollo tras esta vivencia. Además, es un componente de la adecuada adaptación psicosocial y se asocia a la salud mental. Este autor delimita el concepto de resiliencia diferenciándolo de otros conceptos similares como se explica a continuación, mientras que: a) la invulnerabilidad hace referencia sólo a la resistencia absoluta a las consecuencias negativas de las situaciones adversas; b) la resistencia al estrés hace referencia solo a la recuperación tras la situación adversa; c) las conductas adaptativas son necesarias para afrontar la situación, pero no son suficientes para definir la resilencia; d) la fortaleza mental hace indica el nivel de resistencia al estrés, más que su grado de manejo.
¿Habilidad innata o habilidad adquirida? ¿Es algo que tenemos todos?
La resiliencia es algo que todas las personas poseemos. Sin embargo, el grado de resiliencia puede variar de una a otra persona en función de las experiencias vividas y del aprendizaje de esta habilidad que puede entrenarse. Lo más importante es mantener una actitud de superación y de entereza, de aplomo para seguir adelante a pesar de los obstáculos y las circunstancias adversas. Según la Asociación Americana de Psicólogos hay diez formas de construir y potenciar la resilencia y unas medidas adicionales:
- Desarrollar vínculos: buenas relaciones con familiares cercanos, amigos u otras personas de importancia. Aceptar la ayuda y el apoyo de quienes se preocupan y te escuchan, ayuda a construir la resiliencia.
- Evitar ver en las crisis problemas insuperables: no puedes cambiar el hecho de que eventos estresantes ocurran, pero puedes cambiar como interpretar y responder a estos eventos.
- Aceptar que el cambio es parte de la vida: a veces, ciertas metas no se podrán alcanzar producto de situaciones adversas.
- Avanzar hacia la meta: fijarse metas reales, hacer algo regularmente, aunque sean pequeños pasos, que te ayuden a moverte hacia los objetivos planteados.
- Tomar decisiones activas: actuar en situaciones adversas tanto como se pueda. Es preferible tomar decisiones en vez de desatender los problemas y desear que desaparezcan.
- Buscar oportunidades para el autodescubrimiento.
- Cultivar una mirada positiva sobre uno mismo: desarrollar la confianza en las propias habilidad para resolver problemas.
- Colocar las cosas en perspectiva: incluso en los momentos más difíciles, considerar las situaciones que estresan en un contexto más amplio, con una perspectiva a largo plazo.
- Mantener una mirada positiva: tratar de visualizar lo que se quiere, en vez de enfrascarse en miedos.
- Cuidarse: prestar atención a las propias necesidades y sentimientos, realizando actividades que disfrutes y relajen.
- Tomar medidas adicionales: por ejemplo, algunas personas escriben sobre sus pensamientos más profundos o sobre lo que sintieron con relación a alguna situación estresante en sus vidas, otras encuentran que la meditación y las practicas espirituales ayudan a construir conexiones y restaurar la esperanza.
Resiliencia y Altruismo
Boris Cyrulnik afirma que cuando hemos vivido una tragedia, solemos estar a la defensiva. Sin embargo, cuando retomamos nuestra vida y sufrimos menos es común que nos surja un deseo altruista. Se tienen ganas de ayudar a otros porque se sabe lo que es el sufrimiento. De hecho, muchos psicólogos lo son porque han sufrido un trauma en su infancia y eso les ha conducido a interesarse por el mundo de los otros. El profesor Cyrulnik suele contar una anécdota de cuando estuvo trabajando en el Congo con los niños soldados. La mayor parte de ellos de mayores querían ser o periodistas para contar lo que le sucede a un niño soldado o médicos para aprender a proteger a los niños del dolor y el sufrimiento.
El altruismo nos ayuda a luchar contra el dolor. B. Cyrulnik
Muchos enfermeros, médicos, psicólogos, trabajadores y educadores sociales conocen el proceso de utilizar el altruismo como un modo de combatir el dolor. Saben que es un mecanismo de defensa legítimo, bueno y ético ya que invita a entender y a compartir con alguien lo que hemos aprendido tras superar una situación traumática. Sin embargo, hay que tener cuidado con este proceso y no invertir el cien por cien de las energías en esta vocación altruista. Esto también se da en las personas que son cuidadores principales de un ser querido que tiene una grave enfermedad. A veces, estos cuidadores no saben porqué si son tres o más hermanos les toca a ellos, por ejemplo, llevar siempre al familiar enfermo a la diálisis o al tratamiento de quimioterapia. A veces, estas cuidadoras, porque en honor a la verdad, son casi siempre mujeres, no son ni siquiera conscientes de haber asumido este rol. Tanto los/as profesionales como las cuidadoras tienen que saber organizarse para dedicar un tiempo al autocuidado personal.
Según un estudio realizado por Cyrulnik en Francia, el 50% de los psicólogos y el 50% de los enfermeros tienen depresión por agotamiento laboral. Es lógico que si el profesional no se cuida a sí mismo, llegará el momento en que tampoco podrá cuidar a los demás. Por este motivo, es prioritario que se cuente con un espacio personal para desconectar del trabajo como, por ejemplo, hacer deporte, practicar la fotografía, o cualquier otra cosa que facilite el encuentro con uno mismo y/o con los demás dejando el rol de cuidador en el maletín profesional. Así se puede prevenir la aparición del síndrome del quemado o burnout, la depresión o cualquier otro problema de salud mental.
Mª Nieves Martínez Hidalgo
Psicóloga Clínica / Psicoterapeuta Acreditada – https://nievesmhidalgo.com
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