Por Mª Nieves Martínez-Hidalgo

La técnica del avestruz no funciona con casi nada, pero menos con un problema de salud pública como es el suicidio y, en especial, en población infanto-juvenil. Tampoco funciona ante situaciones de acoso escolar como ha ocurrido con Lucía, una niña de 12 años que se ha visto abocada al suicidio por sufrir bullying en su centro educativo, posiblemente por su condición TEA.

La madre de Lucía pide que se visibilice este tema. “La comunidad educativa no me va a devolver a mi hija, a mi luz, si hubieran hecho algo más que mirar para otro lado”, publicó después de su muerte en el perfil de Facebook del Ayuntamiento de Puerto de la Cruz (Tenerife) comenta un periodista en El País.

En dicha localidad, se ha organizado una marcha silenciosa para este domingo para resaltar que hay que tomar medidas para abordar el acoso en los centros educativos y desarrollar y poner en marcha protocolos que funcionen y faciliten la solución de estas situaciones de violencia.

Parece que los seres humanos nos estancamos en la infancia y no maduramos cuando seguimos escondiendo nuestros fallos y errores, cuando evitamos afrontar los problemas y sus consecuencias, como si de forma mágica fuesen a solucionarse y pudiéramos salir ilesos e impunes cuando llega la tragedia.

Los protocolos no funcionan, se sabe, padres y madres lo denuncian, pero seguimos amparándonos en esa responsabilidad que se diluye cuando somos parte de la masa: los compañeros que presencian el bullying se callan, los profesores se callan, el equipo directivo se calla, la victima se calla, padres y madres, a veces, también callamos y todo por miedo a la revancha, al conflicto, a las consecuencias, por “si va a ser peor el remedio que la enfermedad”.

Son muchos los menores que han perdido sus vidas como consecuencia de esta agresión directa que no cesa cuando se sale del colegio o del instituto porque continúa en las redes sociales. Son muchas las víctimas que son re-victimizadas porque se les culpa de no tener habilidades para enfrentarse a sus agresores o gestionar el miedo a salir al recreo…

Es importante que todos asumamos nuestra parte de responsabilidad en esta tragedia y pongamos empeño en que se habiliten e implanten los medios eficaces para prevenir tanto el acoso escolar como el suicidio.

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