Los seres humanos, a veces, somos como esos barcos «tocados» que se sumergen en un bravo o calmo mar que se deja alimentar. 

El dolor pesa, quieres que desaparezca, pero se agarra a ti. Sientes cómo te va hundiendo, quieres respirar, te agarras, intentas sujetarte a aquello que vas encontrando en el descenso, personas, objetos, melodías, recuerdos, sonrisas, sentimientos,… Quizás haya que dejarse caer, quizás ese estado de tristeza tan hondo, tan inconsolable, te lleve a algún lugar en ese futuro abismal donde encuentres un rayo de luz, una esperanza; parece instintivo luchar por ello.  

Lo cierto, es que a lo largo de la propia biografía es inevitable atravesar por ciertas situaciones que no pueden ser «maquilladas» ni «edulcoradas», hay que pasarlas, sufrirlas, asimilarlas y afrontarlas. 

No existen recetas mágicas, ni panaceas, ni rituales, ni fármacos, ni siquiera profesionales de la salud, magos, coach o gurús que eliminen ese dolor.

Es el valor, el compromiso con la vida, con las personas que te rodean, a las que quieres y que te quieren, lo que te puede empujar a seguir caminando, aunque sea a ciegas, dando traspiés, agarrotado por el miedo, mudo y sordo ante tanto ruido y caos interior.

El sufrimiento es inherente a la vida, no se puede vivir sin sentir; preferible experimentar placer, pero quién haya escrito este libro milenario, ha grabado, en las hélices que mueven la nave que nos contiene, una sensibilidad al dolor que no podemos obviar, mas sí hacer frente, sí aceptar, intentar comprender, ver otras perspectivas, reflexionar y emprender las acciones pertinentes.

Mª Nieves Martínez Hidalgo

Psicóloga Clínica / Psicoterapeuta Acreditada – https://nievesmhidalgo.com

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