Por Dra. Nieves M. Hidalgo
El 13 de enero se conmemora cada año el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión. Este año queremos situar el foco de atención en la depresión durante la adolescencia y compartiendo con todos nuestros lectores este texto cedido por Carla:
«Recuerdo cuando empecé a ver en color, me sentía tan afortunada que pensaba que nunca se iría. Era muy ingenua pero creo que no me importaba.
Ahora, sin embargo, todo es gris. Todo se ha vuelto monótono y desagradable… las personas; las calles; los sentimientos…
Recuerdo la primera vez que me autolesioné. No tendría más de 13 años… era todo negro. Al hacerlo, me sentí tan viva y miserable a la vez que nunca supe con qué sentimiento quedarme.
He intentado escapar de ahí, volver a ver otros tonos, pero estoy tan cansada y abatida que siento que nunca volverán. Y, aunque lo hicieran, tampoco lo harán con la misma intensidad.
Ahora, por más que busque, no consigo ver aquellos colores tan agradables que percibía. No escribo con añoranza del pasado, escribo con la verdad del presente. Estoy desubicada. Estoy en ruinas.»
Así, con esta claridad y crudeza, comienza la carta que me envía una de mis pacientes. La llamaremos Carla y le pondremos una edad de 22 años. Como diagnóstico inicial, diremos que Carla padece una depresión por la presencia prolongada en el tiempo de sentimientos de vacío, pesimismo, desesperanza, junto con síntomas predominantes como astenia, inhibición y sentimientos de inferioridad. En un primerísimo plano, destaca el displacer.
Datos y cifras según la Organización Mundial de la Salud (OMS)
- Los problemas de salud mental representan el 16% de la carga mundial de enfermedades y lesiones en las personas de edades comprendidas entre 10 y 19 años.
- La mitad de los problemas de salud mental comienzan a los 14 años o antes, pero en la mayoría de los casos no se detectan ni se tratan.
- La depresión es una de las principales causas de enfermedad y discapacidad entre adolescentes a nivel mundial.
- El suicidio es la tercera causa de muerte para los jóvenes de edades comprendidas entre los 15 y los 19 años.
- No abordar los trastornos mentales de los adolescentes tiene consecuencias que se extienden hasta la edad adulta, y que afectan tanto a la salud física como a la mental y limitan las oportunidades de llevar una vida adulta satisfactoria.
Por otra parte, los adolescentes con problemas de salud mental son particularmente vulnerables a la exclusión social, la discriminación, la estigmatización (que afecta a la disposición para buscar ayuda), las dificultades educativas, los comportamientos de riesgo, la mala salud física y las violaciones de los derechos humanos.
La depresión puede dar la cara con manifestaciones de irritabilidad, frustración o enojo. También con síntomas somáticos como dolor de cabeza, de estómago, mareos, naúseasy/o dificultades de concentración o memorización, entre otros signos. También pueden darse cambios rápidos e inesperados de estado de ánimo y arrebatos emocionales.
Es importante la detección precoz de la depresión para poder acceder a un diagnóstico y tratamiento adecuados, por ello, la OMS pide a todos los estados una mayor inversión económica en el área de salud mental, más formación y más psicólogos en centros sanitarios públicos de Atención Primaria y en Centros de Salud Mental.
También es importante, según la OMS, implementar programas de educación para la salud mental en colegios e institutos para la prevención de estos problemas y para sensibilizar sobre este tipo de diversidad de modo que se facilite tanto la petición de ayuda profesional como la prevención del acoso escolar hacia compañeros y compañeras con problemas de salud mental.
¿Qué ha podido suceder en la vida de Carla como para que a la edad de 13 años comenzara a autolesionarse y a ver todo en negro?
Son varios factores los que han concurrido para que Carla desarrollase este trastorno afectivo a una edad tan temprana y se mantuviese en el tiempo:
- Sufrió bullying en el colegio y en el instituto. Es importante tener en cuenta que la estima que merece la imagen que uno tiene de sí mismo se construye en la la interacción con los demás. Cuando los niños no se sienten valorados y reconocidos por sus familiares y/o por sus iguales su autoestima queda dañada y se sientan las bases de una futura depresión, autoagresión, desprecio a sí mismo y dolor.
- A lo largo de su etapa adolescente, Carla ha utilizado una careta social en un intento de adaptarse al entorno social: «sonríes, parece que todo marcha medio bien ante los amigos, en clase, pero cuando llegas a casa te encierras en la habitación y rompes a llorar pensando en la inutilidad de tu vida. No te sirve el logro de tus metas, lo haces todo porque hay que hacerlo, por responsabilidad, pero no por amor a ti misma, por mimarte respetando tus quehaceres diarios.»
Que bonita información, ojalá que apoyen más esta enfermedad ayudando y salvando a muchos/as para que se liberen de esta carga, oscuridad y dolor que conlleva esto.