Sandra, mujer valiente, inteligente, sensible, con un extraordinario sentido del humor que le lleva a contagiar una hermosa sonrisa que ilumina su cara y la de las personas con las que se relaciona. Se implica en lo que hace y si da su palabra la cumple. Estudiante universitaria a punto de comenzar su carrera profesional elegida con auténtica vocación.

Una mujer con etiquetas muy positivas que ha tenido que cargar desde la niñez y hasta la fecha con otras etiquetas inadecuadas que le han causado más dolor que su propio trastorno de la conducta alimentaria: Gorda,

  1. ¿Qué trastorno de la conducta alimentaria padeces o has sufrido? ¿Lo sigues padeciendo en la actualidad?

Sandra: Tuve bulimia durante unos años. Siempre he ahogado mis penas en comida, es como una necesidad en momentos de agobio y estrés. Hoy en día ya no me provoco el vómito, pero me sigo sintiendo incapaz de tener una relación sana con la comida.

  1. ¿Con qué edad fuiste consciente de que tu forma de alimentarte no era normal? Esta forma de alimentarte, ¿formaba parte de un deseo consciente de alterar tu apariencia física o era resultado de algún factor estresante externo?

Sandra: Mi madre me ponía a dieta constantemente desde pequeña, así que, yo buscaba la oportunidad en cada momento de salir a comer o cenar fuera con mis amigas para poder comer otras cosas o comer en exceso sin que me controlasen o me juzgasen. Creo que empecé a ser consciente de mis problemas con la comida cuando mis amigas empezaron a cuidarse y si les decía de volver a salir a cenar, ellas pedían ensalada o me decían que preferían salir más tarde para cenar algo sano en casa.

Tenía esa necesidad de comer de forma compulsiva y, supongo, que el hecho de sentir la insistencia constante de la sociedad y de mi familia por hacerme ver que estar gorda era algo horrible, fue el detonante para comenzar a vomitar. Además, el ver que podía dejar de sentirme culpable por comer de más vomitando, me hizo seguir.

  1. Mientras sufrías este trastorno, ¿Cómo era tu situación emocional? ¿Sentías el deseo de alterar tu peso con algún objetivo, consciente o inconsciente? ¿Cuál era este objetivo, si puedes reconocerlo?

Sandra: Siempre he sido una persona muy alegre y extrovertida, pero en esa época, cuando empecé a avergonzarme de mi cuerpo y a provocarme el vómito, empecé a ser una persona más seria, a querer relacionarme menos con las personas, sobre todo en casa, me encerraba en mi habitación y solamente salía para ir a clase o para cenar fuera con mis amigas.

Me sentía perdida, culpable porque no era capaz de centrarme en mis estudios y, en cierto modo, tampoco quería estudiar. A esto tengo que añadir la intensa culpabilidad por ver a mi madre destrozada tras enterarse de que tenía bulimia y las peleas constantes que surgían entre las dos. En esta época, la persona que estaba más sobre mí era mi madre, así que, se convirtió en un estorbo en mi vida porque ni entendía ni quería entender mi situación. Su papel se basó en: a) controlar qué comía en cada momento, todavía más de lo que ya lo hacía antes; b) hacerme ver lo mal que estaba haciendo las cosas; y c) por supuesto, hablar con mis amigas para que me controlasen fuera de casa. Así que, empecé a odiarla y a buscar trabajo para poder irme de casa. Yo solamente quería estar delgada, como mi madre y como mis amigas y en ese momento, después de haber intentado hacer mil dietas sin éxito porque era incapaz de hacerlas bien, la única forma que veía de conseguirlo era vomitar y mi madre era quien me lo impedía.

  1. Me gustaría que nos contaras cómo vivías las relaciones sociales con otras personas, y cuál era tu percepción de ti misma en relación con el mundo.

Sandra: No me gustaba mi físico, me veía gordísima y llevaba tiempo entendiendo que estar gorda era algo malo y que no era válida por ello. Llevaba años escuchando frases como “con lo guapa que eres, si estuvieses delgada te comerías el mundo”, así que me daba vergüenza exponerme a la gente por miedo a que me juzgasen por mi físico, no me apetecía relacionarme con la gente y empecé a ser una persona mucho más cerrada. Comencé a buscar la aprobación en el sexo con otras personas, lo que me hacía sentir peor, sobre todo en la adolescencia, porque a todos les gustaba, pero nadie quería tener una relación estable con una chica que estuviese gorda, no es el ideal de la novia perfecta, así que, se reforzaba aún más mi creencia de que no era válida por pesar más de lo normal y me sentía utilizada en muchas ocasiones.

  1. ¿Cómo vivías en familia la hora de la comida? ¿Tenías algún método para ocultar a tu familia lo que comías o no comías?

Sandra: Realmente para mí no hubo un cambio brusco en ese sentido, ya que, siempre habían controlado qué comía, cuánto comía o las horas a las que lo hacía. Lo único que cambió fue que tenía mucha menos privacidad a raíz de que mi familia descubriera mi TCA. Tenía que ir al baño con la puerta abierta y rara vez me dejaban sola en casa. Si mi madre tenía que salir yo me tenía que ir con ella o mis padres dejaban de hacer planes por quedarse conmigo en casa.

Normalmente, para evitar discusiones solía comer de forma normal delante de mi familia, pero, además, me compraba otras cosas en la cantina del instituto, incluso solía comprar comida en algún chino o supermercado que escondía por mi habitación.

  1. ¿Fuiste tú quien te diste cuenta de tener un problema o fueron otros quienes te hicieron abrir los ojos a esta realidad?

Sandra: Cuando empecé a vomitar me sentía bien, como he dicho antes, podía comer lo que quisiera sin sentirme culpable porque esa comida no me iba a hacer engordar si vomitaba después. Incluso después de descubrir mi TCA seguía sin ver el problema. Fue a raíz de ver lo mal que estaba mi madre por esa situación que acepté buscar ayuda profesional y empecé a ser consciente del daño que me estaba haciendo a mí misma. 

  1. ¿Te hizo tu trastorno poner seriamente en riesgo tu salud?

Sandra: No. En realidad, no vomitaba todo lo que comía, solamente lo hacía cuando sentía que había comido de más.

  1. ¿Pediste ayuda para superar esta situación? ¿Te ayudó alguien a pedir esta ayuda? ¿A quien recurriste?

Sandra: Más bien, me vi obligada a pedir ayuda. Cedí a lo que mi madre quería por evitar enfrentamientos. Ella fue la que se encargó en todo momento de buscar la ayuda psicológica.

  1. Si pudieras con esta entrevista trasladar un mensaje a aquellas personas que sufren actualmente un TCA, ¿Cuál sería?

Estoy segura de que, en muchos casos, los TCA surgen a raíz de dos factores que van muy unidos:

  1. El primero sería la concepción social del cuerpo ideal y la belleza de la delgadez, lo que conduce a muchísimas personas a sentirse feas, inválidas o fuera de lugar y buscan una forma rápida de encajar. También pueden sentirse incapaces de perder peso por cualquier otro factor y entonces intentan dejar de comer o purgarse, por ejemplo, ya que es lo más lo común.
  2. Y, el segundo, la falta de autoestima, que nos impide querernos como somos y nos lleva a buscar de cualquier forma la aceptación de los demás.

Así que, lo primero que les diría es que busquen ayuda profesional, que intenten encontrar el motivo que les ha llevado a verse en esa situación y comiencen a buscar soluciones, porque el gran problema seguramente no es el TCA, sino lo que les ha llevado hasta él y todas las consecuencias que puede acarrear.

Si acabas de empezar con este tipo de conducta, seguramente creas que lo tienes todo bajo control, pero llegará el momento en el que sea el TCA lo que te controle a ti sin darte cuenta.

Si ya estás buscando ayuda, es probable que te cueste mucho trabajo cambiar tus hábitos y salir de ahí o que te sientas culpable, pero todo eso cambiará y cuando cambie, habrás crecido y aprendido muchísimo, vas a ser una persona mucho más fuerte y capaz. Eres capaz de conseguir lo que te propongas, aunque ahora no lo creas. Como dijo Nelson Mandela: Siempre parece imposible… hasta que se hace.

Abrir WhatsApp