No hace tantos años que la jubilación marcaba la entrada en una etapa de «declive» tanto respecto a la salud como a la vida familiar y social.
En la actualidad, la jubilación establece, tanto a nivel individual como social, un punto de inflexión en el ciclo vital de las personas, en el que se cuenta con un tiempo y una energía que antes se dedicaba al trabajo.
Sin embargo, cuando llega la jubilación, se pierde una función social en la que reconocerse y desde la que relacionarse. Se ingresa en un nuevo escenario que genera incertidumbre y debido a estos cambios uno puede sentirse raro, percibirse distinto y pueden surgir dificultades en sus relaciones con los demás (pareja, amigos, vecinos, ex-compañeros de trabajo).
La jubilación, por sí misma, no tiene por qué suponer un factor de riesgo para la salud de las personas. La concepción de la vida como un proceso que crece hasta el momento en que comienza a decrecer con la llegada de la vejez, sólo corresponde a la visión del hombre como máquina.
Si entendemos la vida como biografía, su progresión es lineal. La vida es siempre proyecto de futuro y este proyecto existe en las personas que se han jubilado.
Estos son los cinco pilares para mantener una buena salud mental cuando nos hacemos mayores:
Proyectos y Metas: No hay limitaciones de edad para las actividades creativas del ser humano y seguir teniendo un proyecto es vital.
Expectativas Realistas: Muy importante para conseguir una buena adaptación a la jubilación es fomentar el desarrollo de expectativas realistas, que se puedan llevar a cabo, dadas las circunstancias particulares de cada uno.
Actitud Positiva: Las actitudes y el modo en que son percibidas las nuevas situaciones que hay que afrontar ejercen una mayor influencia en la calidad de vida que los cambios en sí mismos.
Postura Activa: Implicarse en actividades, desarrollar facetas de la persona, a las que, en otros momentos de la vida, no se ha podido dedicar tiempo.
Establecer lazos afectivos: Buscar nuevas relaciones sociales y mantener las ya existentes.
Por ello, mantener una actitud positiva, realista, activa ante esta nueva etapa, implicándose en nuevos quehaceres, descubriendo y desarrollando nuevas facetas de la persona, estableciendo nuevos lazos afectivos, fortaleciendo los ya existentes, sintiéndose útiles a la sociedad, aportando sus conocimientos a los jóvenes, compartiendo sus experiencias o habilidades con personas que lo necesiten o que tengan sus mismas inquietudes son factores que potenciarán y favorecerán una buena entrada en el proceso natural de envejecimiento.
Mª Nieves Martínez Hidalgo
Psicóloga Clínica / Psicoterapeuta Acreditada – https://nievesmhidalgo.com