El 7 de abril de 2017, la Organización Mundial de la Salud (OMS) conmemora el aniversario de su fundación. La campaña de sensibilización del Día Mundial de la Salud 2017 se centra en la depresión y su eje gira en torno a la importancia de hablar de la depresión como componente vital de la recuperación y su eslogan es: Hablemos de la depresión. La estigmatización de los problemas de salud mental, incluida la depresión, sigue siendo un obstáculo para que las personas de todo el mundo pidan ayuda. Hablar de la depresión, bien con un familiar, amigo o profesional médico, bien en contextos más amplios (como la escuela, el lugar de trabajo y los entornos sociales) o en el ámbito público (medios de comunicación, blogs o redes sociales), ayuda a eliminar esta estigmatización, lo que en definitiva conllevará un aumento de las personas que piden ayuda.  

La depresión afecta a personas de todas las edades y condiciones sociales. Provoca angustia mental y afecta a la capacidad de las personas para llevar a cabo incluso las tareas cotidianas más simples, lo que tiene en ocasiones efectos nefastos sobre las relaciones con la familia y los amigos y sobre la capacidad de ganarse la vida. En el peor de los casos, la depresión puede provocar el suicidio, que actualmente es la segunda causa de muerte entre las personas de 15 a 29 años de edad.  

La depresión es la principal causa de problemas de salud y discapacidad en todo el mundo. Según las últimas estimaciones de la OMS, más de 300 millones de personas viven con depresión, un incremento de más del 18% entre 2005 y 2015. La doctora Margaret Chan, directora general de la OMS, dijo: «Estas nuevas cifras son un llamado de atención a todos los países para que reconsideren sus enfoques sobre la salud mental y la traten con la urgencia que merece»  

La depresión aparece con síntomas muy similares en adultos, adolescentes y niños. Sin embargo, para comprender cómo se presentan en la infancia los síntomas que podrían sugerir la presencia de un cuadro depresivo, hay que tener en cuenta ciertas características de esta etapa del desarrollo. Ejemplo de ello, es que el desarrollo intelectual alcanzado les lleva a manifestar sus dificultades emocionales con frases en las que expresan aburrimiento, cansancio, pocas ganas de jugar, lentitud, apatía. Por otro lado, su baja capacidad de introspección no les permite ser conscientes de que están deprimidos. Por último, la mayor influencia del entorno les lleva a cambiar su estado de ánimo, y pueden mostrarse más activos y alegres cuando se encuentran con algunos de sus amigos.  

Los síntomas o señales que pueden indicar la presencia de depresión en niños y adolescentes son:

  • A veces, se siente triste y con ganas de llorar sin saber porqué.
  • Le aburren cosas que antes le divertían.
  • Le cuesta trabajo dormir o comer.
  • Le van las cosas peor en la escuela o en el instituto últimamente.
  • Si existe algún motivo que pueda conducir a la depresión.
  • Se muestra irritable.
  • Dolores abdominales o de cabeza.
  • Conductas agresivas y/o autolesiones.

La prevalencia de la depresión en niños pequeños es baja (inferior a un 3%), pero va aumentando con la edad, pasando de un  12% a un 23%  de los 12 a los 16 años, siendo mucho más frecuente en chicas (21%) que en chicos (8,5%) en este rango de edad, según un estudio realizado en la Región de Murcia.

Respecto a las causas o factores que motivan la depresión en niños y adolescentes se encuentran, entre otras:

  • Circunstancias Familiares Estresantes: separación de los padres, disputas, enfermedad grave y/o crónica o fallecimiento de alguno de los miembros de la familia, carácter y estilo educativo utilizado por uno o por ambos padres, difícil situación económica, etc.

  • Escuela: a) fracasos académicos reiterados por presentar TDAH, TEA, dificultades de Aprendizaje, dislexia, etc.; b) fracasos en las relaciones sociales; c) bullying o acoso escolar.

  • Estilo atribucional depresivo: los fallos se atribuyen a causas internas de la persona («es por mi culpa»), mientras los éxitos se atribuyen a factores externos a la persona («suerte», «he aprobado porque el profesor ha puesto el examen muy fácil»).

En cuanto a los tratatamientos: la depresión se supera. Antes de iniciar cualquier tratamiento hay que hacer un buen diagnóstico diferencial y descartar otras posibles patologías orgánicas (análisis de las funciones del tiroides, renal y hepática, etc.) por el pediatra de referencia. También hay que llevar a cabo, un estudio psicológico que tras un diagnóstico diferencial, pueda dar luz sobre las causas del episodio depresivo o de la depresión, si ya se ha instaurado.  

Respecto a los tratamientos farmacológicos, en España, la Agencia Española del Medicamento no aprueba el uso de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, IRSR, como indicación para el tratamiento de la depresión en niños y adolescentes. A pesar de ello, si parece existir un consenso profesional sobre su eficacia en depresiones moderadas y severas. También se usan antidepresivos tricíclicos (Imipramina, Clorimipramina, Desimipramina,…), aunque suelen provocar mayores efectos secundarios adversos.   

Respecto a las intervenciones psicoterapeúticas, es importante que los padres del niño o niña con depresión también se impliquen en el tratamiento psicológico, ya que pueden contribuir a la mejora de su hijo o hija: 

  • Si son parte de la causa de la depresión: cambiando sus estilos educativos, mejorando el clima del hogar, creando espacios de diálogo y juego entre padres e hijos, etc.

  • Si no lo son, adoptando actitudes y hábitos adecuados para educar en salud mental; prestar atención a los temas de interés o preocupaciones de los hijos; hablando con los profesores del centro educativo para establecer lazos de colaboración en el caso de que exista bajo rendimiento escolar o bullying como causas de la depresión; buscando ayuda profesional, etc.

El tratamiento psicológico abordará las causas de la depresión y mejorará las limitaciones encontradas en habilidades sociales, autoestima, inseguridad, etc. La psicoterapia es un tratamiento individualizado y las técnicas, juegos, dinámicas que se utilizan, se eligen en función de la personalidad y la diversidad funcional del niño.  

La intervención temprana puede evitar el agravamiento o cronificación de los síntomas, por un lado y por otro, el inicio en el abuso de sustancias, el abandono escolar y otras consecuencias negativas derivadas de la ausencia de tratamiento.

Mª Nieves Martínez Hidalgo

Psicóloga Clínica / Psicoterapeuta Acreditada – https://nievesmhidalgo.com

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