Por María Gutiérrez

Sentirse parte de algo, querido/a, aliviado/a, segregar oxitocina (hormona del apego) y hasta ayudar a reducir la presión arterial; estos son algunos de los efectos saludables que produce el abrazo.

Abrazar y ser abrazados desencadena emociones positivas y pensamientos de aceptación que influyen en nuestro bienestar físico y emocional. Estudios científicos afirman que al abrazar se segregan endorfinas, serotonina, dopamina y oxitocina, hormonas llamadas “el cuarteto de la felicidad” ya que tienen un papel muy importante en la regulación de emociones y están vinculadas con la alegría, placer y entusiasmo. Además, hay evidencia científica de que esta sensación de bienestar se produce mientras se abraza y se prolonga tiempo después de haber sido abrazados.

En la situación actual que vivimos, en la que la distancia social y la ausencia de contacto físico son necesarios para el control de la crisis sanitaria, tenemos que demostrar ese afecto y acompañamiento de otras maneras.

Miradas de complicidad, palabras de agradecimiento y apoyo, y contacto telefónico más frecuente son algunas formas de mostrar cariño sin contacto físico. Regalar nuestro tiempo y generar sonrisas en personas queridas también activa emociones positivas y de felicidad.

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