Por Nieves M.Hidalgo

Dentro de nuestro programa semanal de sensibilización y educación para la salud (mental) en Onda Regional, hemos abordado con la periodista Marta Morenilla el temor a envejecer, conocido a nivel clínico como Gerascofobia. Las personas que lo padecen se resisten a hacerse mayores, temen la muerte, esconden su edad, les cuesta mirar su DNI y tampoco son amantes de celebrar los cumpleaños, por lo que suelen evitar este tipo de eventos. Para algunas personas, ese temor es tan extremo que incluso se ven incapaces de llegar a la jubilación y tener que explicar la edad que tienen o que sus compañeros preparen una fiesta de despedida. Como cualquier otra fobia, la gerascofobia va acompañada de un alto nivel de ansiedad anticipatoria frente a situaciones asociadas al hecho de hacerse mayor.

Aunque se comenta que este temor irracional y persistente va  acompañado de comportamientos “impropios, ridículos o inadecuados” en personas mayores, en mi opinión, son prejuicios que se han ido transmitiendo de generación en generación. ¿Acaso una persona mayor de 60/80 años no puede bailar o salir a correr? ¿Tampoco puede viajar o volar? ¿Es la edad la que nos impide llevar margaritas en el pelo o pantalones cortos?

Más bien, será la actitud ante la vida y la salud, no la edad, lo que determine el nivel de riesgos a asumir o la fortaleza física para afrontar ciertas actividades.

Un término a tener en cuenta es el del Edadismo, que según la Organización Mundial de la Salud es el conjunto de estereotipos, prejuicios y actitudes discriminativas contra las personas por motivo de su edad. A los mayores no se les tiene cuenta. Existen bastantes mitos en torno a ellos, entre otros:

  1. Que su forma de pensar es anticuada
  2. Que no se adaptan a los cambios
  3. Que son menos creativos y tienen menos memoria
  4. Que se ha extinguido su espíritu de aventura. Van del sofá a la cama.
  5. Que son menos productivos
  6. Que son incompetentes
  7. Que están deprimidas o tienen siempre mal genio.

No puedo estar de acuerdo con ninguna de estas falsas creencias. Las personas mayores son sabias, han aprendido de multitud de experiencias sobre cómo vivir y cómo adaptarse a los cambios. Son perfectos/as gobernantes, profesores/as eméritos/as, excelentes y sabios/as consejeros/as. Han adquirido una mayor tolerancia a la frustración y un elevado nivel de paciencia. No todos, ni todas, por supuesto. No se puede generalizar en cuanto al número de sus capacidades, pero tampoco en el número de sus limitaciones.


Margarita Salas, investigadora en el campo de la bioquímica molecular, se convirtió en la primera mujer en recibir la Medalla Echegaray, otorgada por la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (2016)

La Gerontofobia es otro cuadro clínico a diferenciar de la Gerascofobia. Consiste en el miedo irracional, el rechazo y/o desprecio hacia las personas mayores. Se evita el contacto con personas mayores, aparece la ansiedad y se puede llegar a la depresión cuando uno mismo tiene esta fobia y además está envejeciendo.

Respecto a las causas de la Gerascofobia, podríamos hablar del fallecimiento de los padres a una edad muy joven. La persona piensa que también a ella le va a ocurrir lo mismo y su ansiedad ante el envejecimiento es por temor a la muerte. Pero pueden existir otras causas que habrá que explorar y analizar en la consulta de la psicóloga.

Orientaciones para superar la Gerascofobia

  • Buscar ayuda de una profesional de la psicología clínica
  • Cuidar tu salud física y tu salud mental
  • Organizar un plan de jubilación que no sea exclusivamente económico. Incluir un plan de vida, un proyecto para llevar a cabo en esta etapa evolutiva en la que se cuenta con mayor tiempo libre. Es el momento de dedicarse a uno/una mismo/a; de intentar aprobar todas las asignaturas pendientes; de generar nuevas ideas para sentirse realizado; de llevar al mundo real los contenidos de nuestras fantasías o ensoñaciones:
  • Pensar que el límite lo ponemos nosotros, no la edad o los años cumplidos.
  • Aceptar que ser mayor es símbolo de haber vivido, de haber experimentado, de haber aprendido y superado etapas, de haber madurado.
  • “Estamos vivos que no es poco”. Tenemos mucho que contar y mucho por vivir. Tenemos un pasado para recordar, un futuro para planificar y un presente para aprovechar.
  • No tenemos control sobre la vida y la muerte, tampoco sobre la salud o la enfermedad, pero si podemos hacer lo que está en nuestras manos: disfrutar cada día de las cosas pequeñas (un buen desayuno, un paseo  al sol, unas horas de voluntariado en una ONG, unas rutinas saludables, unas horas para leer o asistir a clases en la universidad, escribir, pintar, unas horas para cuidar del huerto o del jardín, o de esos animales que nos hacen tanta compañía, salir a bailar, de picnic o senderismo con nuestras amistades… tantas cosas por hacer, que necesitaríamos dos o tres vidas…

En este enlace podéis escuchar el programa de radio que seguro os gustará. Risas no van a faltar.

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