Por Nieves Martínez-Hidalgo

En la dulce fragancia
De la dulce San Juan,
Recuerdos de mi infancia
Enredados están.

Mi casa hacia los fondos
Tendía su vergel;
Allí canales hondos
Entre abejas y miel.

(…) El canal de Alfonsina Storni

Pensamos que la infancia es una etapa feliz, a veces, incluso los propios profesionales de la salud lo comentan sin pararse a pensar en la existencia de los traumas infantiles que pueden tener su origen en causas tales como la dejación de las funciones materna y paterna, el abandono, descuido y maltrato físico, psíquico y afectivo, el abuso emocional, físico y/o sexual por parte de padres, familiares o personas del entorno próximo al núcleo familiar o el acoso escolar de parte del alumnado y/o profesorado. Estos son algunos de los factores que se hallan en la base de un iceberg que emerge del océano alertando sobre la existencia de un daño muy real profundo y antiguo (Trastornos psicóticos, Trastornos de la conducta alimentaria, Trastornos de ansiedad, Trastornos depresivos, entre otros).

Muchos padres y madres piensan que no han tenido suerte, que sus hijos no son tan buenos, tan educados, inteligentes o estudiosos como los de sus familiares y/o amigos. Pero, ¿realmente es una cuestión de suerte que tus hijos e hijas sean difíciles y algo diferentes al resto? Quizá no existen los niños difíciles, lo que sucede es que traemos hijos a un mundo bastante difícil y poco coherente en el que todas las normas de una paternidad/maternidad saludable señalan el cuidado, el afecto y el amor como herramientas principales para el desarrollo de una buena autoestima, autonomía e inteligencia emocional en niños y niñas; normas que chocan frontalmente con las obligaciones y extenuantes jornadas laborales de padres y madres e impiden una adecuada conciliación de ambas facetas de la vida.

Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), el suicidio es la segunda causa de muerte entre adolescentes. Cada día aumenta el número de niños, niñas y adolescentes con ideación autolítica y suicida, también aumenta el número de suicidios a estas edades. El estilo educativo hipernormativo y exigente en cuanto a las tareas escolares y extraescolares sumado al cansancio, a la falta de paciencia y al estrés de padres y madres puede conducir al aislamiento afectivo de hijos e hijas que no se sienten escuchados y que sólo son valorados por su rendimiento académico.

Hace un mes nos enterábamos por la prensa que un niño de 12 años de edad se había suicidado en su casa. El centro educativo, sito en el centro de Murcia, y la Consejería de Educación no iniciaron ningún protocolo de acoso escolar porque no existía indicio de que se estuviese produciendo esta situación. ¿Estamos los adultos atentos a las señales que dan nuestros alumnos o hijos de que necesitan ayuda? Al parecer, en muchas ocasiones, no estamos lo suficientemente atentos y solo tomamos conciencia cuando ya es demasiado tarde. Si queremos prevenir el suicidio y el agravamiento de los síntomas y del malestar psíquico de hijos e hijas, es importante que, sin llegar a ser hipervigilantes, mantengamos una actitud observadora ante posibles cambios tanto de su estado de ánimo, como de su comportamiento.

Una madre reconocía hace unos días en consulta que su hija que tiene bulimia le había reprochado: «mamá, hasta dónde he tenido que llegar para que te hayas dado cuenta de lo mal que estoy». Y es que, solemos minimizar los síntomas, los dolores de cabeza, la ansiedad, el miedo; pensamos que ya se pasará, que cuando maduren lo superarán. Pero, al igual, que llevamos a nuestros hijos al dentista para revisión o alineación dental, deberíamos solicitar cita con una psicóloga cuando vemos indicios de aislamiento social, cambios mantenidos en el comportamiento, falta de sueño, alteración de la conducta alimentaria, ansiedad, inestabilidad emocional, tristeza prolongada, señales de cortes en brazos, piernas, o resto del cuerpo, bajada del rendimiento académico, fobia escolar o miedos que dificultan el día a día. Ante cualquiera de estas señales, podemos preguntar a nuestro hijo o hija si se encuentra mal o le sucede algo que le preocupe, o si prefiere hablar con un/a psicólogo/a. Debajo de estos síntomas se encuentra un intenso malestar psíquico.

**Cuando alguien de tu familia o tu misma/o está atravesando por una crisis y/o está teniendo pensamientos suicidas es importante llamar al 112 para poder recibir ayuda inmediata a cualquier hora del día y en cualquier día del año.

**Hablar sobre el suicido no es contraproducente. Es importante que el tema del suicidio deje de ser tratado como un tema tabú si queremos contribuir a su prevención.

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