Por Beatriz Regadera Martínez, psicóloga, artista, activista y autista

El autismo no está de moda, está más visibilizado y sé sabe más sobre él, por lo que personas que no sabían que eran autistas están siendo diagnosticadas en la adultez, sobre todo mujeres, ya que, como en casi todo, hay y había un sesgo en el diagnóstico centrando los estudios e investigaciones en los hombres sin contemplar cómo se puede presentar el autismo en las mujeres.
La socialización de género juega un papel muy importante en la expresión de los rasgos autistas. Además, el autismo es un amplio espectro y somos personas distintas, la mayoría no cumplimos con el estereotipo que nos han enseñado en las películas, de ahí que siempre nos digan “ay… pero si no pareces autista” o “pero cómo vas a ser tu autista si miras a los ojos”.
El autismo no es solo lo que ves, también es lo que va por dentro. Nuestra forma de procesar el mundo es distinta a la neurotípica y nos encontramos con muchos problemas en lo social y en lo laboral. Solemos tener depresión y ansiedad debido al agotamiento que nos produce tener que afrontar a diario estas dificultades. El bullying es nuestro segundo apellido. El rechazo nuestro segundo nombre. Las pesadillas todas las noches. Sentir que no encajamos, que somos distintos, que la gente nos ve raros en ciertos aspectos. La intensidad con la que generamos vínculos afectivos y también la dificultad para conectar a estos niveles. La necesidad de comunicación clara, que tan difícil es de encontrar en los neurotípicos, nos genera mucha incertidumbre y malestar, porque no entendemos y necesitamos saber.
¿Por qué decimos con orgullo que somos autistas? Porque llevamos toda la vida sufriendo sin entender qué pasaba y esto no es sólo una etiqueta, es una identidad, y nos ayuda a comprender muchísimas cosas que han pasado y pasan, nos ayuda a conocernos mejor, a saber identificar mejor nuestras necesidades y respetarlas, a poder expresarlas, nos ayuda a castigarnos menos por ser como somos.
Soy autista y, aunque hay muchas cosas que me gustaría que fueran de otra forma para sufrir menos, como la intensidad con los vínculos afectivos, hay otras muchas cosas que me encantan como mi espontaneidad, honestidad e inocencia. El ser un cascabelillo, como me dijo mi amiga Mar ayer, a pesar de todo lo sufrido.
Gracias a las personas que hay en mi vida que le dan importancia a esto y lo tienen en cuenta a la hora de relacionarse conmigo, y no solo piensan: ¡Uf qué pesada con lo del autismo! Gracias por empatizar y apoyarme. ¡Y sí, como le ha pasado a muchas otras personas al ser diagnosticadas, el autismo se ha convertido en uno de mis temas de interés!
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