¿Sabes si tus padres son tóxicos? ¿Cómo puedes saberlo? ¿Existe algún modo de salir de una relación tóxica? ¿Quieres a tus padres pero no te sientes en armonía con ellos? ¿Te gustaría desconectar de todo para olvidarte de los conflictos que tienes en casa?

Vamos a comenzar clarificando cuándo podemos etiquetar a un padre o a una madre cómo tóxicos. En principio, es importante saber que unos padres tóxicos no tienen por qué ser malas personas. Es cierto, que hay padres y madres psicópatas, pero por suerte, son una minoría. Cuando decimos que un padre o una madre son tóxicos en relación a nosotros, estamos refiriéndonos al hecho de que su forma de educar no es la adecuada, no es constructiva ni permite a los hijos un desarrollo personal y social saludable. Se trata de personas que también albergan en su mochila un tipo de patrones educativos que han aprendido en su hogar de procedencia: han sido manipulados psicológicamente, sobreprotegidos, golpeados físicamente, castigados, aislados socialmente, machacados y etiquetados como inútiles, tontos o fracasados. Cuando esos niños crecen y forman su propia familia, repiten ese mismo modelo educativo, maltratando a sus propios hijos.

¿Sobreproteger es una actitud de maltrato psicológico? En efecto, el niño que crece sin poder desplegar sus alas y respirar profundamente al vivir su propia vida, llega a ver frenado su desarrollo personal y social. Podrá ser un gran profesional pero siempre vivirá bajo el sentimiento de culpa, de inutilidad, de estar engañando a los demás, a todas aquellas personas con las que se relaciona y que le valoran de forma positiva pero no conocen el «horror» que habita en su interior y que oculta incluso a si mismo. Se siente un impostor, porque no cree merecer lo que ha conseguido, cree que los demás no saben quién es en realidad, no le conocen a fondo, ya que no puede ser auténtico, tiene que vivir fingiendo ser una persona distinta según la o las personas que tenga delante, Tiene que complacer a los demás para no perder su valía. Sus sentimientos de baja autoestima derivados del maltrato paterno mejoran un poco gracias al hecho de sentirse útiles ayudando o agradando a los demás. Es lo que se conoce como el Síndrome de Wendy. Aunque si el trauma es más grave puede dar lugar a un Trastorno de Personalidad por Dependencia.

 

«No conozco el camino para el éxito, pero si para el fracaso, y es el de querer agradar a todo el mundo», comentaba un filósofo, y es cierto, tratar de gustar, de complacer, de no herir sensibilidades, conduce a que nadie te tome en serio y finalmente no te tengan en cuenta a la hora de tomar decisiones, que, incluso, y según el grado de confianza, llegarán a adoptar sin contar contigo.

 

 

 

 

 

 

Otra consecuencia del estilo tóxico de relación de los padres es que sus hijos desarrollen patrones de conducta disruptiva en el aula, de comportamiento agresivo con sus compañeros, ejerciendo de «matón» o líder del grupo al que todos temen y por eso callan y mantienen un silencio cómplice ante casos de acoso y violencia escolar (bullying).

¿Qué podemos hacer si queremos salir de esta relación tóxica con los padres?

  1. En principio, aprender a diferenciar entre lo que es responsabilidad de los progenitores y lo que es responsabilidad de los hijos cuando son ya mayores.
  2. Reflexionar sobre el hecho de si es viable o no mantener una relación con ellos o con alguno de ellos.
  3. En caso de que sea viable, comenzar a establecer una comunicación asertiva con ellos poniendo límites a sus reproches, manipulaciones, actitudes de abuso, de acoso, de maltrato, control, chantaje emocional o cualquier otra conducta agresiva o pasivo-agresiva.
  4. Tener siempre claros varios puntos: tu no eres amiga de tu madre o de tu padre; tampoco eres la madre de ninguno de ellos, así que por mucho que te suba el nivel de autoestima y valía, no es saludable continuar ejerciendo un rol que no te corresponde y que a la larga tendrá graves consecuencias en tu propio desarrollo personal y bienestar emocional.
  5. Establecer y saber mantener una distancia física para poder llevar a cabo una distancia emocional que acabe con la dependencia afectiva insana.
  6. Buscar apoyo psicológico y realizar psicoterapia con un/a psicólogo/a con experiencia y formación especializada.

 

Caso clinico

Un hombre de 37 años de edad acude a consulta por presentar sintomatología ansioso-depresiva. El médico de familia le ha prescrito un ansiolítico que le permite descansar mejor. Durante las primeras entrevistas, Juan P., va desgranando su historia de vida. Es jefe de estudios en el IES en el que trabaja también como docente y trabaja a diario jornadas que exceden de lo exigido a sus funciones. En casa, su pareja, que también es profesor, le espera cada noche para cenar y terminar discutiendo porque siente que Juan P., no le concede tiempo de calidad a la vida en pareja ya que se pasa el día en el instituto y en casa de sus padres. Al parecer, Juan P., ha vivido siempre para y por sus padres a los que adora, y ahora reparte el tiempo entre las visitas al domicilio familiar y el instituto.

A lo largo de la terapia, Juan P., toma conciencia de que está descuidándose a sí mismo y a su pareja. Una de las causas principales, su deseo de agradar a los demás y los sentimientos de culpabilidad que bloquean toda posibilidad de una comunicación asertiva, dónde sea él mismo el que lleve las riendas de su vida, decidiendo sus prioridades con libertad y aprendiendo a decir no sin remordimientos y sin pena.

¿Y los padres de Juan P., qué podrían hacer para mantener una relación saludable y constructiva con su hijo?

  1. Escuchar a su hijo y poner atención a las necesidades reales de Juan P.
  2. Respetar los tiempos y espacios de su hijo
  3. Comprender que su hijo es mayor de edad y tiene una vida propia
  4. No reprocharle que no venga a verles con mayor frecuencia
  5. Recibir sus llamadas de teléfono o visitas con alegría
  6. No establecer comparaciones con otros hermanos, familiares o amigos
  7. Hacerle ver que saben tratarle como a un adulto independiente
  8. Hacerle saber que comprenden que este es su momento y debe cuidarse a sí mismo y a su pareja
  9. Comprender y aceptar que no se puede controlar todo
  10. Evitar hacer el papel de víctima, quejándose de sus dolencias y de lo solos que están.
  11. Evitar hacer chantaje emocional: «Como ya no vienes a comer los domingos, no cocinamos para nosotros solos»
  12. Intentar ser conscientes de dónde reside la toxicidad o lo inadecuado de nuestras acciones
  13. Reir junto a los hijos
  14. La flexibilidad, la comprensión, la honradez, la generosidad, deben ser los valores que guíen una relación sana con nuestros hijos e hijas.

 

Mª Nieves Martínez Hidalgo

Psicóloga Clínica / Psicoterapeuta Acreditada – https://nievesmhidalgo.com

#HazloPorTi #CuidaTuSaludMental

 

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