Cómo establecer una relación constructiva con tu hijo 

¿A quién no le gusta hacer regalos a sus hijos? Los niños tienen en nuestros días más juegos, libros y juguetes de los que se disponía en otras épocas. Sin embargo, los padres se quejan de que los niños no saben apreciar las cosas, que no las manejan con cuidado o directamente las destrozan. Existen varias razones para que un niño se comporte de esta manera. Aquí os exponemos algunas de ellas.  

-El niño activo e impulsivo. Los estropicios que puede ocasionar suelen ser fruto de accidentes, el resultado de actuar primero y pensar después o no pensar. Algunos niños organizan minidesastres a causa de su gran energía. 

-El niño curioso. Algunos niños son extremadamente curiosos. Les encanta saber cómo funcionan las cosas y de qué están hechas. No pretenden romper el objeto que están examinando, son pequeños investigadores a los que algunos experimentos no les salen del todo bien.

-El niño que no ha aprendido a controlar sus emociones. Cristina arroja su cepillo al suelo porque no puede peinarse como a ella le gusta o rompe su blusa al sacársela porque el color no le acaba de gustar. Antonio empuja los muebles porque le molestan. Cristina y Antonio están dando salida a su enfado a través de acciones destructivas, bien porque no han aprendido todavía a expresarse de manera adecuada, bien porque hayan copiado este comportamiento de otros familiares.  

-El niño que no sabe apreciar. En la cultura imperante de “usar y tirar”, los niños también han aprendido a no valorar las cosas. Pueden montar una rabieta porque no encuentran un muñeco determinado y a continuación, si lo encuentran,  dejarlo tirado bajo el sofá porque su papá le  ha traído otro juguete nuevo.  

-El niño que responde a su frustración. Algunos niños destruyen objetos de forma deliberada en un intento de “ajustar” cuentas o de hacer notorias su presencia y opiniones. Un niño que vino a la consulta se cortó el pelo y rompió varias prendas de vestir para mostrar su disgusto por la nueva pareja de su madre. Otro tomó la costumbre de rayar los muebles y estropear los juguetes cuando se disgustaba. Si el niño tiene el hábito de destruir objetos adrede, hay que tomarlo en serio, ya que sugiere la existencia de problemas emocionales.En este caso, es conveniente consultar con el psicólogo.

Cómo canalizar este rompedor comportamiento

-Poner límite a la cantidad de juguetes. Un niño sólo puede jugar con un cierto número de juguetes a la vez. Retire los juguetes sobrantes. Tire los juguetes rotos e inútiles. Muéstrele como reparar los que tengan arreglo. Es conveniente, enseñar al niño a compartir y ser generoso con los demás. Hay que animarle a seleccionar algunos juguetes en buen estado para regalarlos a una institución benéfica que los distribuya a otros niños.

-Elija juguetes adecuados. Algunos juegos no proporcionan diversión sino frustración. Otros son satisfactorios por sí mismos, pero están fuera de las posibilidades del niño, así que hay que guardarlos hasta que el niño sea mayor o está más capacitado para poder jugar con ellos. Hay juguetes que requieren el acompañamiento de los padres. -Limite el acceso a los juguetes. El niño valorará más los juguetes si se le dan uno o dos cada vez y se le indica que cuando se quiere cambiar de juguete, primero se recoge y se guarda uno y luego se saca otro.     

-Establezca algunas reglas de juego. Por ejemplo, señalar los lugares de la casa en los que se puede jugar. Dejar fuera de su alcance juguetes o juegos que son para compartir con algún adulto.

-Recompense al niño por haber sido cuidadoso. Felicite a su hijo por su forma de comportarse, por haber recogido sus juguetes, por haber accedido que su hermano, amigo o primo juegue con él, por haber prestado sus juguetes mientras él se divertía con otra cosa. etc.

-Proporcionar alternativas de juego. Si el niño es muy curioso y quiere aprender cómo funcionan las cosas, hay que ayudarle a desmontarlas y volverlas a montar o darle objetos viejos y permiso para que lleve a cabo sus experimentos o investigaciones. -Proporcionar proyectos. Existen muchos juegos de construcción en el mercado para educar sus inclinaciones a la arquitectura, a la música, al cine o a la ciencia. Hay también revistas de aficiones y libros de trabajos manuales con instrucciones para construir proyectos utilizando materiales caseros. Se puede ayudar al niño si lo necesita, o acompañarle en el desarrollo de ese proyecto, pero ‘dejándole hacer a él’ y ‘dejándole hacer a su manera’, no como el adulto quiera realizarlo en su creencia de que su método es el mejor.

-Sea creativo. Reúna objetos viejos como relojes, aspiradores, bicicletas, etc. que puedan desmontarse sin peligro. Guarde estos tesoros en un lugar especial y dé permiso al niño para hacer lo que quiera con ellos. 

Cómo expresar las emociones

-Explique al niño que el enfado es un sentimiento natural y positivo. Es importante que el niño sepa que ante situaciones que le molestan es normal que se enfade y que manifieste su enfado. Sin embargo, también es importante que conozca que hay formas de expresar el enfado que pueden ser más positivas que otras. Animarle a que hable de cómo se siente y de qué haría él ante diferentes comportamientos de sus amigos o de sus padres; invitarle a que medite y reflexione sobre ello; ponerle ejemplos de varias maneras de responder y de las consecuencias que conlleva para él y para la o las personas ante las que manifiesta su enfado. 

-Expresar el enfado es saludable. Es un error común entre los padres, culpabilizar al niño que muestra su enfado; también hacerle sentir débil o inferior por quejarse; incluso se le acosa en el ámbito familiar, social o escolar colocándole el mote de ‘enfadique’. Es necesario educar, potenciar la expresión de las emociones, mostrar las consecuencias positivas del conflicto, de la pelea, de la manifestación de la frustración o la rabia. Cuando uno expresa su enfado sin agredir a su interlocutor, se está afirmando como persona, está haciendo prevalecer su autoestima, pues tiene derecho a defenderse, a manifestar que aquello que su amigo ha dicho o ha hecho le ha molestado o le ha dolido y por eso se ha enfadado. Además al exteriorizar lo que siente, está favoreciendo que el niño que le ha hecho rabiar también se exprese y, por un lado, diga lo que le ha conducido a comportarse de esa manera y, por otro lado, a pedirle disculpas, aún en el caso de que el daño ocasionado no haya sido de forma intencionada.

-Enseñe al niño a identificar sus sentimientos. Cuando el niño no sabe cómo expresar verbalmente sus sentimientos, suele expresarse mediante acciones. Hay que ayudarle a identificarlos dándoles un nombre. Si el niño es muy pequeño, habrá que describir lo que se cree que siente. Por ejemplo, cuando tu hijo no para de llorar y no te dice el motivo, puedes ponerte en su lugar y pensar porqué puede estar pasando tan mal rato. Si traduces con tus palabras sus sentimientos, quizás el niño se calme al sentirse comprendido e incluso comprender él mejor qué le ha sucedido.

-Efectúe juego de roles con un niño mayor. Ayúdele a identificar sus sentimientos, cuando el niño no sepa cómo expresarlos verbalmente, a través de la interpretación conjunta de varios papeles. Por ejemplo, Julio acaba de volver de la escuela muy enfadado por el modo en que su mejor amigo le despreció delante de todos los demás niños. Entra en casa y da una patada al camión de su hermanito. Habrá que calmarle y preguntarle qué ha sucedido. Comente con él las alternativas y cree el clima adecuado para volver a interpretar la escena, de modo que exprese su enfado de forma asertiva. Puede practicar la escena de expresar a su amigo que se siente herido y por qué razón. Puede también volver a interpretar la escena de la vuelta a casa, contándoles a sus padres cómo se siente y así dar lugar a que ellos puedan ayudarle con sugerencias sobre cómo actuar con su amigo.

-Elogie al niño cuando explique cómo se siente. Felicite al niño por haber expresado verbalmente sus emociones, comuníquele que le agrada cuando expresa sus sentimientos y le pide ayuda en esos momentos en los que está enfadado con un amigo o se siente frustrado cuando no consigue terminar un trabajo de clase.

-Enséñele a controlar la ira. Enseñe a los niños las técnicas de relajación y respiración. Cuando las hayan aprendido, consiga que practiquen la técnica breve de relajación como alternativa a la ira cuando se hallen en una situación frustrante.

-Proporcione ‘un lugar de enfado’. Algunos niños prefieren expresar la ira u otros sentimientos a través  de acciones. Habrá que proporcionarles un espacio para ello. Cuando se perciba que el niño se está enfureciendo o se siente frustrado, se le puede sugerir que se tome un respiro, salga de la habitación, se refresque con agua fría y regrese después o que haga algún tipo de ejercicio físico, como salir a correr, que escriba, dibuje o cante para ‘sacar fuera’ esa rabia interior.     Será conveniente consultar con el psicólogo en caso de que se observen comportamientos excesivamente ‘rompedores’, ‘destructivos’ o ‘peligrosos’.

Mª Nieves Martínez Hidalgo

Psicóloga Clínica / Psicoterapeuta Acreditada – https://nievesmhidalgo.com

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