«El género está íntimamente relacionado  con nuestra identidad, por eso  es tan importante  y saludable poder ser quien uno siente que es»

El tema de la transexualidad se abre paso cada día a través de charlas, cineforum, actividades diversas organizadas desde asociaciones y colectivos de personas que saben de la importancia de la información y conocimiento para acabar con el estigma, los prejuicios, la discriminación, las agresiones, el maltrato físico, psíquico, social y económico a que son sometidas las personas transexuales. Es muy importante la realización de campañas de concienciación y sensibilización y es prioritario llevarlas a cabo en escuelas de padres, colegios, institutos y universidades, ya que la ignorancia, el desconocimiento o la mala información existente acerca de qué es la identidad de género, la orientación sexual y la sexualidad y sus diferencias genera transfobia y dolor. Si desde niños se nos preparase mejor para saber de la existencia de la diversidad y del valor añadido que supone esta diversidad, creceríamos en aceptación, respeto y tolerancia hacia los otros, que por supuesto no son como uno mismo, porque cada persona es única e irrepetible, la originalidad del ser humano es enorme y eso nos enriquece a todos. 

Voy a dividir mi exposición en tres puntos que ocuparán tres entradas distintas

1. La transexualidad no es una enfermedad

2. La importancia de respetar los sentimientos del niño.

3. El papel del psicólogo en la transexualidad.

¿POR QUÉ LA TRANSEXUALIDAD NO ES UNA ENFERMEDAD?

¿Por qué considero que las personas que nacen con un sexo físico que no sienten como propio no padecen ni una enfermedad ni un trastorno mental?

Primero tendríamos que acudir al término enfermedad. Las enfermedades mentales o trastornos psicológicos son alteraciones de los procesos cognitivos y afectivos del desarrollo. Se puede tratar de alteraciones en el razonamiento, el comportamiento, en la facultad de reconocer la realidad o en la dificultad de adaptación a las condiciones de la vida. Estar enfermo significa que algo funciona mal, sufrimiento físico o emocional.

Las personas transexuales no tienen alteraciones ni dificultades para reconocer su realidad, tampoco para adaptarse a sus condiciones de vida. Es cierto que las personas transexuales sufren, pero no por estar enfermas o trastornadas mentalmente, sino por el rechazo social e incluso familiar que les discrimina, les aísla y les encierra en el profundo dolor de la falta de empatía, de respeto y de comprensión. 

Las personas que no se identifican con el género que socialmente se corresponde con el sexo biológico de nacimiento son consideradas como enfermas porque se parte de la idea errónea de que la identidad de género está determinada biológicamente por el sexo. Sin embargo, la transexualidad es una de las posibles formas del desarrollo de la identidad de género y, precisamente, pone en cuestión esa supuesta obligatoriedad de que el género y la genitalidad tengan que corresponderse, rompiendo la clásica dicotomía entre hombre y mujer. Sin embargo, el género está tan arraigado en nuestra forma de ver y entender el mundo que nos cuesta imaginar a las personas en abstracto, sin pensar en ellas como hombres o como mujeres.

Las personas somos seres simbólicos, hombres y mujeres creamos símbolos y categorías gracias a las cuales controlamos, prevenimos, nos preparamos y adaptamos ante hechos futuros. 

Catalogar a los animales y a las cosas materiales en determinadas clases no les afecta, pero hacer eso mismo con las personas si tiene consecuencias y bastante negativas. Si a una cebra la clasificamos como un animal herbívoro, no pasa nada; en cambio, si a una persona la etiquetamos como transexual algo ocurre en ella y en los que la rodean, porque la clasificación transexual la cosifica, hace que la persona individual, única e irrepetible, con su historia de vida particular, con sus talentos, sus valores y sus limitaciones quede oculta y encerrada dentro de una categoría determinada. Ya no vemos a Pedro o a Martina, vemos a un o una transexual y lo que ello significa: estigmas y prejuicios asociados. 

Las personas somos mucho más complejas que lo que puedan reflejar categorías como hombre, mujer, transexual, intersexual, bisexual, heterosexual, etc.

Es cierto que, en un primer momento, el modelo médico ayudó a las personas transexuales en un contexto en el que estas identidades eran consideradas perversiones y les dio legitimidad. Magnus Hirschfeld, médico y sexólogo, persona importante en el movimiento social en defensa del colectivo transexual, realizó las primeras operaciones de cambio de sexo a lo largo de los años 20 en el instituto para el estudio de la sexualidad de Berlín. Harry Benjamin, un médico discípulo suyo desarrolló, como endocrinólogo, tratamientos hormonales para las personas transexuales y, de hecho, este doctor fue quien utilizó y difundió el término de transexualidad, estableciendo los criterios para su diagnóstico. A principios de los 80 se publica el primer protocolo oficial para el tratamiento de la reasignación de género. En este protocolo se plantea que el diagnóstico debe ser realizado por un psiquiatra ya que se trata de un trastorno mental.

A lo largo de los años, las etiquetas utilizadas para clasificar la transexualidad han ido cambiando. En 1980 aparece en el manual diagnóstico de la asociación de psiquiatría americana (DSM) como trastorno de transexualidad. Hace 10 años, en el DSM-IV aparecía como trastorno de la identidad de género y en el último manual diagnóstico, el DSM-V, la transexualidad deja de ser considerada un trastorno mental, quedando, sin embargo, la secuela de Disforia de Género.

Clasificar a una persona psiquiátricamente es desvalorizarla, privarla de su humanidad y transformarla en una cosa. La etiqueta diagnóstica psiquiátrica impone al sujeto una identidad personal deficiente que lo identificará ante los demás y regirá la conducta de ellos hacia él y de él hacia ellos. De ahí la importancia del proceso de despatologización de la transexualidad. Los diagnósticos médicos sirvieron en un principio y sirven a día de hoy, para que las personas que soliciten reasignación de sexo lo consigan, pero no implican enfermedad o trastorno alguno. Sin embargo, existen personas transexuales que se plantean si esa patologización de una forma de ser y de vivir no se habrá vuelto en contra de ellas mismas.

En la actualidad, hay personas trans que, en sus propias palabras, prefieren morir en un quirófano a vivir en un cuerpo que para ellos es una cárcel, pero también hay personas trans que no consideran que su cuerpo sea un error de la naturaleza. Consideran que el error no se halla en sus cuerpos, sino en la mirada de los demás y prefieren amar y aceptar su cuerpo tal y como es. 

Mi pregunta es: ¿Por qué existe ese rechazo hacia las personas transexuales? Ese rechazo es el que hay que investigar y es una señal más de lo enferma que está nuestra sociedad, que lo quiere todo normalizado y adaptado a unos cánones de conducta, de belleza, a un estatus de vida y que dirige nuestras mentes a través de mensajes más o menos subliminales hacia el consumo compulsivo.

Mª Nieves Martínez Hidalgo

Psicóloga Clínica / Psicoterapeuta Acreditada – https://nievesmhidalgo.com

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