Madres, padres y hermanos que conviven con un familiar con problemas mentales graves, a veces, se sienten inseguros, no saben cómo actuar ante una situación de crisis emocional, o cuál debe ser su actitud para favorecer el proceso de recuperación de este familiar que sufre al igual que está sufriendo su entorno más cercano.

Para que una persona recupere el bienestar psicosocial, son imprescindibles varios factores:

  1. Conciencia de enfermedad: esto es que la persona reconozca que tiene un problema y actúe en consecuencia, es decir, que pida ayuda profesional (psiquiatra, psicólogo, trabajador y/o educador social) y que cumpla los tratamientos indicados (normalmente, medicación, psicoterapia o tratamiento psicológico y rehabilitación psicosocial).
  2. Contar con el apoyo de la familia: sentirse aceptado, comprendido y recibir los cuidados y el afecto que todo ser humano necesita.
  3. Mantener o iniciar amistades y relaciones sociales: para evitar el aislamiento social y el autoestigma.
  4. Trabajar y/o dedicar su tiempo a tareas: que den un sentido a su vida y se pueda sentir realizado.

Es importante que la familia sea consciente de la relevancia que su apoyo va a desempeñar en el proceso de recuperación, entendiendo aquí por recuperación, no la curación, porque hay problemas de salud mental que pueden llegar a ser crónicos, sino que la persona con diagnóstico en salud mental recupere las riendas y el control de su vida, que se sienta útil, con autoestima y capaz de aportar a la comunidad sus ideas y proyectos y participe en actividades sociales y laborales como cualquier ciudadano de pleno derecho.

El papel de los familiares va mucho más allá de los simples cuidados y dado que se ha comprobado que adoptar actitudes negativas hacia las personas con problemas psicológicos y hacia su enfermedad provoca una mayor número de recaídas, es vital dar a conocer qué actitudes son las que los familiares tienen que intentar evitar.

  • Actitud crítica-hostil

En general, los familiares que mantienen este tipo de actitudes confunden frecuentemente las conductas y síntomas que son producto de la enfermedad (como la inactividad, el hecho de hablar solos, el descuido en el aseo personal) con comportamientos “voluntarios” de la persona con diagnóstico en salud mental, y esto les lleva a emitir continuas críticas y comentarios negativos y descalificadores que crean un clima de gran tensión familiar y que, incluso, pueden favorecer la aparición de conductas agresivas o ansiosas.

Comentarios como ‘eres un gandul, ni trabajas ni estudias’ son un ejemplo de este tipo de actitudes negativas. A ningún padre se le ocurriría hablarle de este modo a su hijo si éste tuviese en lugar de una enfermedad mental, una enfermedad física como la mononucleosis o la leucemia.

  • Actitud sobreprotectora-sobreimplicada

Hay familias que siempre están pendientes, pero de una forma excesiva y angustiante para el paciente; sin darse cuenta, les recuerdan que “son enfermos” y, de esta forma, les impiden desarrollar una vida normalizada, para la que están perfectamente capacitados.Tienden a creer que todo lo que venga de “fuera de casa” puede hacer daño al familiar al que están sobreprotegiendo.

Ejemplos de comportamientos sobreprotectores o sobreimplicados son:

  1. No facilitar que salga con amigos, o si lo hace, empeñarse en que les cuente qué ha hecho, dónde ha ido, con quién ha estado, de qué ha hablado…
  2. Estar preguntando continuamente si ya ha tomado la medicación a una persona que es responsable y nunca se ha negado a tomarla…
  3. Poner obstáculos para que consiga un empleo cuando está en condiciones de trabajar y empeñarse en conseguir una pensión.
  4. Otra forma de manifestar esta sobreprotección es la que llevan a cabo algunos familiares que renuncian a su propia vida, dejando de salir o de realizar actividades de ocio fuera de la familia, y centran todo su tiempo y energía en su hijo, olvidando incluso las necesidades del resto de la familia.

ESTRATEGIAS POSITIVAS DE LA FAMILIA PARA EVITAR RECAÍDAS.

La familia puede contribuir de varias formas a que la persona con diagnóstico en salud mental viva de una manera más positiva su situación y, de este modo, intentar evitar las recaídas. Las estrategias que resultan de más ayuda son:

  • Informarse sobre la enfermedad

Recuerde que puede contar con el profesional que trata a su familiar (psiquiatra, psicóloga o enfermera) para aclarar cualquier duda y que le oriente en la resolución de los problemas que pueda tener con su familiar. Existen también Asociaciones de Familiares, donde podrá encontrar no sólo información, sino también el apoyo de otras personas que tienen los mismos problemas que derivan de convivir con una persona que presenta problemas psicológicos o mentales.

  • Mejorar la comunicación con su familiar 

A veces resulta difícil comunicarse con la persona que presenta estos problemas psicológicos. El saber cómo expresar sentimientos, o decir de una forma positiva aquellas cosas que no nos gustan o que desearíamos cambiar, no siempre es fácil. El aprender “cómo comunicarse” es de gran importancia y puede contribuir a mejorar las relaciones y suavizar las tensiones familiares.

  • Saber adaptarse a la conducta sintomática

La forma en que se manifiesta la enfermedad puede variar de una persona a otra, y además, también se pueden producir cambios en los síntomas dependiendo de la fase en la que se encuentre. Sin embargo, hay un grupo de síntomas y comportamientos que suelen aparecer en algún momento, ante los que la familia en muchas ocasiones no sabe cómo actuar.

Las orientaciones sobre cómo enfrentase a estos síntomas que a continuación les proponemos no pretenden que éstos desaparezcan, sino simplemente intentan ser útiles para guiar su forma de actuar, reducir su angustia o preocupación acerca de si su conducta es o no la adecuada, y para evitar, en la medida de lo posible, enfrentamientos innecesarios y actitudes críticas que pueden repercutir en el empeoramiento de la dinámica familiar.

Hemos elegido los síntomas que, por su frecuencia y la dificultad que suelen encontrar los familiares en cómo afrontarlos, son los más representativos.

 

A.- Ideas delirantes: las ideas delirantes son creencias extrañas e irreales que conducen a vivir y comportarse de una manera distinta al resto de la gente. Estas ideas pueden ser de distintos tipos. El contenido más común suele ser de tipo persecutorio, en el que el mundo se vive como agresivo y amenazante para él.

¿Qué comportamientos debemos evitar?

  1. No debemos empeñarnos en sacarle de su error, ya que para él la situación es tan evidente que piensa que solo una persona inculta o un enemigo lo pondría en duda.
  2. No debemos entrar a discutir las ideas “extrañas”, pero sin que ello de lugar a que piense que las compartimos. Nunca se le debe dar la idea de que sus creencias son parte de la realidad. Es decir, expresarle que comprendemos su malestar psíquico, que es normal que se sienta así de mal pero no decirle que nosotros también pensamos, por ejemplo, que la vecina intenta envenenarle.
  3. Cuchichear o realizar gestos disimuladamente a otra persona creyendo que él no lo nota, o que no se entera.
  4. Intentar engañarle suponiendo que no comprende o que no se da cuenta de lo que pasa, haciendo, a veces, falsas promesas para calmarlo.

¿Qué podemos hacer?

  1. Prestar atención a lo que dice, ya que puede servirnos para entender su angustia y su miedo y podrán ser informaciones valiosas para el psicólogo y/o psiquiatra.
  2. Escucharle sin hacer comentarios, haciéndole saber que comprendemos que está asustado o enfadado.
  3. Ser muy sinceros y claros con ellos; una promesa no cumplida o una información falsa puede destruir una relación. Mostrar serenidad y confianza.
  4. Cuando el paciente de muestras de poder aceptar la crítica de sus ideas delirantes, se le pueden comenzar a plantear dudas, sin llegar a discutir con él/ella.

 

B.- Agresividad: La agresividad puede deberse al problema de salud mental o ser una reacción humana ante la presión recibida de parte de un familiar o persona de su entorno. Cuando la agresividad se dirige hacia el exterior, es decir, hacia la familia o las demás personas, puede entenderse aquélla como una manera de defenderse de un mundo vivido como amenazante. En otras ocasiones, la reacción agresiva es consecuencia de un rechazo a las normas, o a tomar la medicación o al intento de un ingreso hospitalario forzoso.

¿Qué comportamientos debemos evitar?

  1. Aceptar o plantear retos: “no tienes valor” “¿a que no lo haces?” “Si me vuelves a gritar te echo de casa”…
  2. Entrar en una lucha de insultos y discusiones.
  3. Intentar tocarlo para calmarlo si no quiere que lo hagamos.
  4. Amenazarle con el ingreso psiquiátrico. El ingreso nunca se debe plantear como un castigo.
  5. Intentar desarmarle si lleva un arma y, menos si no sabemos cómo hacerlo.

¿Qué podemos hacer?

  1. Adoptar una actitud segura, tranquila y firme. Hablarle en voz baja, no amenazante.
  2. Acercarse de forma lenta y pausada.
  3. Disminuir los estímulos ambientales: la intensidad de la luz, el volumen de la radio o la televisión.
  4. Cuando los sentimientos ante una situación son muy patentes, puede ser útil manifestarlos abiertamente. Por ejemplo, puede ser más útil manifestar que se tiene miedo al paciente, que defendernos retándole.
  5. Preguntar si está enfadado, cuál es el motivo y hablar del mismo.
  6. Asegurarle que no somos una amenaza para él.
  7. Despejar el mobiliario y/o los objetos con los que pueda dañarse él mismo o a los demás.
  8. Dejarle espacio libre.
  9. Normalmente hay alguien de la familia en quien el paciente confía más. Esta es la persona más adecuada para intentar calmarle

C.- Inactividad: La inactividad es una manifestación o consecuencia de la enfermedad. El enfermo se muestra desganado, sin interés por realizar ninguna tarea, y por consiguiente pasa la mayor parte del tiempo en la cama o en la casa sin salir para nada o únicamente para pasear. Es importante dejar bien claro que esta inactividad es un síntoma más y que no se encuentra bajo control voluntario del enfermo.

¿Qué comportamientos debemos evitar?

  1. Culpabilizarle y echarle en cara que no hace las cosas porque no quiere. Acusarle de ser un vago.
  2. Exigirle cosas que no puede hacer en su estado actual.
  3. Dejar que pase el día en la cama o en la habitación, porque “así molesta menos”.
  4. Repetirle que él sólo no va a poder vivir, que necesitará siempre a los familiares y que no sirve para nada.

¿Qué podemos hacer?

  1. Establecer un horario de tareas sencillas que le ocupen bastante tiempo; como por ejemplo: hacer su cama, colaborar en las compras, bajar la basura, recoger y ordenar la ropa…
  2. Estimularle con comentarios agradables y alabanzas cada vez que consiga un logro nuevo (hacer la cama, ducharse, leer…), pero sin tratarle como a un niño, sino como que ya va haciendo cosas que indican que se va encontrando un poco mejor.
  3. Mantener un horario de cama regular y adecuado: acostarse a una hora determinada y levantarse a otra previamente acordadas con él.
  4. Animarle para que entre a formar parte de un grupo (talleres de formación inclusiva, gimnasio)
  5. Tener paciencia, pues la recuperación es lenta.
  6. Si está muy inhibido, callado y retraído, podemos sentarnos con él, hablándole con voz suave. Aunque se esté incómodo en los largos momentos de silencio, no se le deber abrumar con preguntas. Utilizar el contacto físico siempre que lo tolere. Estar alerta en busca de claves no verbales que pueda dar para comunicarse; alentarle a que se exprese de forma no verbal.

 

D.- Alucinaciones: las alucinaciones pueden ser referidas a cualquier órgano de los sentidos. Las más frecuentes son las auditivas. Cuando comenta que está “escuchando voces”, es fundamental tener claro que dichas “voces”, aunque nosotros no podamos escucharlas, son reales para el paciente y él sí las oye.

¿Qué comportamientos debemos evitar?

  1. Poner en duda lo que nos comenta, quitarle importancia, reírse de él/ella, o descalificarle. Comentarios que hay que evitar, por ejemplo, “son cosas de tu imaginación”, “eso que dices son tonterías” “nadie te dice nada, porque yo no lo oigo”.
  2. Ignorar o evitar la conversación si el paciente desea hablar de ello.
  3. Actuar de manera que el paciente crea que sus alucinaciones son reales. Por ejemplo, no se debe “hablar” con las voces.

¿Qué podemos hacer?

  1. Conocer cómo y en qué le influyen al paciente: si le irritan, si le asustan, si le dan órdenes y puede, o no, resistirse a ellas. Para ello, podremos preguntarle acerca de lo que siente, oye y/o ve. Hablar sobre ello, e intentar comprenderle sin insistir (si es que prefiere no hablar de lo que le está ocurriendo).
  2. Evitar los ambientes ruidosos, favorecer un ambiente tranquilo y silencioso.
  3. Comunicarle y hacerle ver que sabemos que oye, ve o siente lo que dice, que le creemos e intentar explicarle que lo que le sucede se puede deber a la situación que está atravesando de estrés y procurar tranquilizarle.
  4. Intentar centrar la atención, si es posible, en una conversación o actividad de interés para él.
Mª Nieves Martínez Hidalgo
Psicóloga Clínica y Psicoterapeuta acreditada – https://nievesmhidalgo.com/
Nº Col: MU-00216
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